lunes, 20 de abril de 2009
“Crónica de la Provincia de Teruel”- 1866. “Episcopatus Teruelae et Albarrasin” – ca. 1650
Quiero en esta ocasión hacer un pequeño homenaje a Teruel y su provincia. Es mi tierra paterna. Mi apellido, no Palmart sino “el otro”, tiene sus raíces hundidas en estas tierras desde el siglo XIV, fechas en las que aparece reflejado, por primera vez, en las rúbricas de antiguos pergaminos escritos por estas tierras. Por otra parte tierra de fronteras, donde por aquellos años se fortificaban las incipientes villas ante la amenaza del ataque del castellano. Era la guerra de los Pedros, rivalidades fronterizas e intereses de sucesión en la corona castellana propiciaron la contienda; las tierras turolenses salieron mal paradas. La Peste e inclemencias meteorológicas con largos episodios de sequía castigaron a la población. A pesar de todo ello sus gentes evolucionaron, y también lo hicieron culturalmente, que es la parte que nos interesa en este momento. Teruel ciudad tuvo desde el siglo XIII un Estudio General donde se enseñaba entre otras materias medicina, aunque entro en declive siglos más tarde por la influencia de las Universidades de Valencia y Zaragoza. Aun Así Teruel ha dado a la historia de la cultura importantes personajes. Podemos citar entre otros a Juan Yagüe de Salas que protocolizó la historia de los Amantes de Teruel, tierna epopeya envuelta en oscuros orígenes y que tantos estudios y literatura han propiciado por parte de historiadores y literatos, tanto nativos como foráneos. Así en literatura hay que empezar por Pedro de Alventosa y su enigmático pliego de cordel del XVI, visto por Gayangos y citado por Ticknor y Palau, Andrés Rey de Artieda, Juan Eugenio Hartzenbusch, etc. Historiadores como, Carlos Luis de la Vega, Ángel Novella, Fernando Lopez Rajadel, José Luis Sotoca y dentro de esta disciplina cabe destacar a D. Jaime Caruana Gómez de Barreda que además de sus múltiples ensayos históricos, ostentó los cargos de Cronista Oficial de Teruel, Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas, Archivero del Excmo. Ayuntamiento de Teruel entre otros. Y fue condecorado con la Cruz de Alfonso X el Sabio.
Otros personajes nacidos en este duro territorio y que han tenido protagonismo histórico y cultural serían Isidoro de Antillón y Marzo (n. Santa Eulalia del Campo el 15 de mayo de 1778, m. íd. 3 de noviembre de 1814) fue político, jurisconsulto e historiador de España. Doctor en Derecho y experto Geógrafo. Diputado en las Cortes de Cádiz por el partido Liberal mientras el presidente de dichas Cortes era otro turolense nacido en Rubielos de Mora en 1768, D. Vicente Pascual, como veis la presencia turolense en este importante hecho histórico fue patente.
Domingo Gascón y Guimbao, fundador de la publicación “Miscealanea Turolense”. Notable personaje natural de Albarracín, académico de la Lengua, regeneracionista y político, y gran escritor e investigador, también recoge testimonios literarios. La revista se publicó entre 1891 y 1901, con veintitrés números, elaborados, editados y distribuidos desde Madrid. Escriben los mismos nombres que en El Ateneo y con los mismos temas patrióticos, amorosos –Joaquín Guimbao acentúa sus notas beçquerianas y es el poeta que destaca– o de circunstancias, utilizando formas poéticas como sonetos, silvas o romances. A ella se añaden otros nombres de prestigio a los ya citados, como el de Víctor Iranzo y Simón, poeta de Fortanete, aficionado a recrear temas castizos de la tierra.
En el campo médico cabe destacar al turolense Jerónimo Soriano que publicó una obra titulada “Método y orden de curar las enfermedades de los niños”.Zaragoza por Ángel Tauano, 1600. No se trata de una obra original, es un extenso comentario de “Scwangernfrauen und hebammen Rossgarten” de Eucharius Roesslin, publicado en 1513, de gran difusión en la Europa Renacentista, y que fue el primer libro dedicado a la patología infantil. El gran mérito de la obra de Soriano está en apuntar un estudio patológico de cada proceso, enumerar sus causas según la teoría de los humores galénicos y, en fin, describir detalladamente los síntomas. Con lo cual se convierte en uno de los pioneros de la pediatría española.
O la obra de Tomás Ferrer de Esparza “Tratado de la facultad medicamentosa que se halla en el agua de los baños de la ciudad de Teruel” Zaragoza por Pedro Verges, 1634.
La novela tuvo su hueco dentro de las inquietudes literarias turolenses, un gran novelista turolense, en una obra en la que se conjuga lo picaresco, lo costumbrista y lo filosófico, es Braulio Foz, nacido en 1791 en Fórnoles, además gran latinista y humanista. Sangre aragonesa corría por las venas del novelista valenciano Vicente Blasco Ibáñez por su ascendencia paterna, hijo de Gaspar Blasco, natural de Aguilar de Alfambra. Y como personajes singulares del siglo XX y XXI como el cineasta Luis Buñuel y personajes actuales tan dispares como José Antonio Labordeta, que aunque zaragozano fue profesor en Teruel de Federico Jiménez Losantos natural de Orihuela del Tremedal; curioso.
Y por último Victor Pruneda gallego afincado en Teruel, fundador de El Centinela de Aragón, medio de expresión en el que firmaba con el pseudónimo de “El Tonto de Peracense”. También fundó El Órgano de Móstoles. Su hijo Pedro, además del periodismo, cultivó el ensayo histórico y a él debemos la valiosa Crónica de Teruel, que es el libro que hoy os presento, obra que tantos datos y tantas iniciativas culturales ha suministrado y suscitado en estudiosos de la cultura de esta tierra. Ciertamente esta crónica es la primera recopilación histórica que se realiza íntegramente turolense. Forma parte de una iniciativa de la editorial madrileña Ronchi y Compañía, enmarcada dentro de una Crónica General de España compuesta por varios autores y dirigido por D. Cayetano Rosell. La obra general la podemos encontrar como obra completa o bien en ocasiones se encuaderna por provincias o regiones, de cualquier forma cada una forma obra propia ya que en ninguna ocasión se habla de tomo y cada una de ellas tiene su portada completa.
La obra está dividida en tres partes: introducción, primera parte que consta de nueve capítulos de índole geográfico y económico y la segunda de carácter histórico literario, donde se narra la historia turolense desde la llegada de los fenicios hasta las Guerras Carlistas y se cierra con un elenco de turolenses célebres.
Lleva esta obra in folio, una encuadernación holandesa actual, consta de 95 Págs. y esta ilustrada con litografías y un mapa de la provincia.
El mapa que incluyo en este artículo, es el “Episcopatus Teruelae et Albarrasin”.
Este mapa cuyo autor es Juan Bautista Lavaña y su editor el holandés Willem Janszoon Blaeu, realizado a mediados del siglo XVII, es el primer mapa detallado de la zona territorial que hoy en día corresponde a la provincia de Teruel. Hay que tener en cuenta que lo que conocemos actualmente como provincia de Teruel se debe al hecho de la división provincial de España, dictada por la Regente María Cristina en noviembre de 1833.
Descripción Cartográfica: Comprende la provincia de Teruel y parte de los territorios limítrofes. Pertenece a las planchas de Juan Bautista Lavaña que posteriormente fueron utilizadas por J. Blaeu en su Atlas Major (1662-1672), en el volumen dedicado a España. Marco con rotulación de grados y cada 10' con subdivisiones de 1'. Meridiano origen de la isla de San Antón (archipiélago de Cabo Verde). En el ángulo inferior izquierdo se sitúa una cartela en cornucopia, adornada con unos angelotes que sostienen una cadena de agrimensor, una ballestilla con tres travesaños y una esfera del mundo; incluyendo el título del mapa. En el ángulo inferior derecho cartela en cornucopia adornada por angelotes donde figura la escala gráfica. Relieve representado por perfiles de montañas abatidos con sombreado. Planimetría con ciudades representadas por agrupación de edificios, puentes y división de reinos y obispados. La hidrografía representa la red principal, con denominación de los ríos más importantes. Toponimia, en español. El título, la escala y los puntos cardinales en latín. Rotulación en letra romanilla e itálica. Datado durante los reinados de Felipe IV (1621-1665) y de Carlos II (1665-1700).
AUTOR. BIOGRAFÍA Y OBRAS.
Juan Bautista Lavaña (1555, Lisboa – 1624, Madrid) fue un notable matemático y astrónomo portugués, hijo de un escudero hidalgo de origen judío al servicio de la corona, bajo el rey Sebastián (1568-1578) estudia en Roma y Portugal. Con la subida al trono portugués de Felipe II de Castilla, pasa a su servicio como profesor de Cosmografía y Matemáticas en la corte y Academia de Madrid (1582), ingeniero de Portugal (1587), y cosmógrafo mayor de este reino en Lisboa (1591). Regresa a Madrid con el rey, que le hace caballero de la portuguesa Orden de Cristo. Viaja a Flandes con fines de investigación histórica y genealógica (1601); trabaja en la navegabilidad de los ríos de Valladolid (1604-8). Enseñó en la Academia de Ciencias de Madrid. Entre octubre de 1610 y mayo de 1611 recorrió el reino y visitó las principales poblaciones, y escribe en portugués su “Itinerario de Aragón”, su diario de viaje, en el que anota observaciones geográficas y gran número de descripciones, datos e ilustraciones, también tomó apuntes de monumentos, hizo croquis geográficos y realizó mediciones para ubicar los lugares, en el futuro mapa de Aragón que había de proyectar. Es un cuaderno de campo, distinto de los libros de viajeros, con gran interés para conocer muchos aspectos del pasado de Aragón. Se desconoce el original, pero el filólogo holandés Isaac Vossio (1618-1689) consiguió una copia que pasó a su muerte a la Universidad de Leiden. A través de otra copia realizada por Jordán de Asso para la Real Sociedad Económica Aragonesa cuando fue cónsul en Amsterdam (1776-78), será publicado en 1895 con prólogo de F. Sancho y Gil. Más tarde y por encargo de los Diputados aragoneses, a través de Lupercio Leonardo de Argensola, realiza su mapa que es entregado en 1615, e impreso en 1620 y posteriormente en diferentes ediciones, hasta ser modificado por Tomás de Lezaún en 1777. Es la base de todos los mapas de la zona, el primero de Aragón y el único realizado con reconocimiento directo del terreno. Viaja a Italia (1611) con el príncipe de Saboya, a quien entrega un Atlas, en parte de su autoría, hoy conservado en Turín; maestro del futuro Felipe III de Castilla (1612) y también de Cervantes y Lope de Vega. Como cronista mayor de Portugal acompaña al rey en su viaje a este reino (1618). En el siguiente reinado desaparecen con su muerte, la Academia de Madrid y el último gran cartógrafo portugués del XVI.
IMPRESOR Y EDITOR
Willem Janszoon Blaeu nació en Alkmaar en 1571 y murió en octubre de 1638. Pronto asoció a su hijo Joan, nacido en Ámsterdam en 1596, y Cornelius, cuya vida fue breve, a los negocios de la cartografía. El excelente trabajo familiar abarcó cuanto de sí daban las ciencias geográficas del momento. Cosmografía, uranografía, topografía y la incipiente economía, fueron tratadas con precisión.
Willem Janszoon Blaeu, quien también firmaba en ocasiones como Gulielmus Janssonius, dando lugar a ser confundido con su contemporáneo Jan Jansson, realizó un mapa de España en 1605, que no se ha podido ver. Pudiera ser una copia del de Pedro de Medina. Lo que sí es cierto, y capital en la historia de la cartografía aragonesa, fue la aparición hacia 1625 de los bellísimos mapas de las diócesis aragonesas como el “Episcopatus Balbastrensis Ribagorça Comit. et Sobrarbe Cum Adjacentibusy”, el “Episcopatus Oscensis Descriptio”, el “Episcopatus Turiassonensis Vulgo Tarraçona” y el “Episcopatus Teruelae, et Albarrasin” que aquí mostramos, todos ellos basados en la cartografía de Lavaña.
A pesar de toda la cultura que ha emanado de esta noble tierra, el arte de la imprenta no asomó a las tierras turolenses de forma más o menos continuada hasta el XVII y con mas auge en el XIX. Como típica turolense cabría citar la imprenta Perruca que comenzó a finales del XIX y aun sigue en actividad. Sin embargo Teruel contó con una imprenta en la villa de Hijar en periodo incunable, de extrema rareza. Fue una imprenta judía en la qué se imprimió una Biblia en hebreo por Eliezer ben Alantansi (1487-88]) y un Manual Cesaraugustano y unos Capítulos de las leyes de la Hermandad en el reino de Aragón impresos por Alfonso Fernández de Córdoba en 1486 y 88 respectivamente.
Esta es mi aportación a Teruel y reafirmar que “Teruel existe”.
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