domingo, 14 de septiembre de 2008

“El Espectáculo de la Naturaleza-VIII” 1786





Con el tomo octavo llegamos al ecuador de la obra. En el sigue tratando la física experimental, en este caso orientada a la cosmografía principalmente. Sorprende al abrir el libro y pasar la hoja de la portada y la de la Tabla de contenidos, el bonito mapamundi que se halla inserto. Es notorio en él las faltas en la zona de Canadá, sur de Australia, la Antártida (aunque pone “tierras australes”) y Japón (este último es un olvido del grabador)
El primer capítulo lo titula “La invención del Zodiaco”. Al principio nos recuerda la importancia que ha tenido la observación del cielo en las culturas antiguas, caldeos, egipcios, griegos, fenicios, etc, para fijar sus fiestas, ofrendas y trabajos. Para ello resume textualmente “La astronomía, pues, tuvo desde su origen la gloria de arreglar la primera forma de culto público. Después se mantuvo siempre unida estrechísimamente con la Religión, haciéndola en todas las edades nuevos servicios con los progresos, descubrimientos, y luces, que sucesivamente alcanzaba. Solo quando pervirtieron los hombres a la Religión, degeneró también a la Astronomía, deslizándose en delirios o supersticiones.”. Pluche explica la necesidad que hubo en tiempos remotos de crear un sistema más exacto que las lunaciones para controlar el paso del tiempo, ya que los periodos de veintiocho días crean un desfase anual. A través de las observaciones del cielo pudieron ir comprobando la repetición de determinadas estrellas en un mismo tiempo. Así cuando la bóveda celeste había dado una vuelta completa (un año) la luna lo hacía doce veces y algo, sin llegar a trece. Por lo qué al cambiar del año lunar al solar se trasladó el doce como número de división del cielo, esto acompañado de la imaginación del hombre a la hora de observar el cielo, y descubrir en él animales y figuras identificadas con seres cotidianos y fabulosos, dieron lugar a las doce constelaciones del Zodiaco. Continúa Pluche describiendo las distintas constelaciones tanto del verano como del invierno, para finalmente elucubrar con la posible relación de los símbolos de las constelaciones con el origen del alfabeto.






El segundo capítulo que titula “El descubrimiento de la estrella Polar. Los viages de los antiguos” está a caballo entre la historia y la leyenda. Yo diría que un poquito más de la segunda que de la primera. Pero no por ello pierde su encanto. Nos ofrece el origen de su descubrimiento, así como de la Osa Menor y como los grande viajeros de la antigüedad la usaron. Aunque lo realmente espectacular son los cuatro grabados de las constelaciones que están insertos en este capítulo que representan los dos hemisferios celestes. Así como un grabado del mundo mediterráneo señalando las principales colonias fenicias.




El tercero se titula “El descubrimiento de la redondez de la tierra”. En él se repasan los progresos que durante la antigüedad dieron por resultado, la deducción de la esfericidad del planeta. Cita en un principio a Anaximandro y seguidores de Thales que utilizaron los eclipses lunares para ayudarse en sus deduciones. Cita también a Eratostenes y explica en profundidad su experimento en Alejandría y Siena, para el cálculo de la circunferencia de la Tierra. Termina el capitulo recordando los viajes hechos por los fenicios en la Antigüedad y recuerda a astrónomos y geógrafos como Pytheas, Hypparco o Ptolomeo.
El cuarto trata de “La invención de los globos” donde hace una descripción muy pormenorizada de la esfera armilar y el uso que de ella se hace. Lo acompaña un hermoso grabado de una esfera armilar.


El quinto lo titula “La Bruxula. El descubrimiento de las Indias Orientales y Occidentales”. Inicia este capítulo haciendo un resumen de la de época de decadencia que sufrió la ciencia desde el imperio romano hasta el siglo XIII. Luego pone esta fecha como inicio del uso de la brújula, no dejando claro a quien se le debe su descubrimiento. Si que resulta curioso que desestime a los chinos como inventores, argumentando que fueron Marco Polo y otros mercaderes venecianos quienes introdujeron la brújula en China. Seguidamente al igual que hizo en el capítulo anterior con la esfera armilar, hace una descripción detallada del uso que se hace de la brújula, sobe todo en náutica. Incluye en este capitulo una rápida descripción de los descubrimientos geográficos hechos por los diferentes pueblos, normandos, holandeses, franceses, etc. Haciendo un especial hincapié en l viaje de Colón y las consecuencias que tuvo este desde la perspectiva del conocimiento de nuevos
productos que se usarían desde entonces en la vieja Europa.
En la sexta parte además de mostrarnos el telescopio como descubrimiento de Galileo, hace un repaso de las teorías de Galileo y Copérnico con sus aplicaciones en la astronomía de la época.
La séptima la titula “El Microscopio y las demás invenciones de los modernos”. En un principio nos explica la “aceleración de los cuerpos graves” y seguidamente las experiencias de Torricelli con la presión atmosférica. Como consecuencia de esto habla del Barómetro, el Termómetro y la Maquina Neumática. Para terminar con Microscopio. Menciona a los holandeses como los primeros en construir microscopios como consecuencia de ser buenos fabricantes de anteojos. Cita a Hooke, Malpighi, Salveti, Leewnhock Joblot. Aunque para el autor precisamente los de Leewnhock no eran precisamente los mejores. Resulta curiosa en este capítulo la descripción de cómo hacer un microscopio en caso de necesidad: “horadando con un alfiler una laminita muy delgada de plomo, y dejando caer encima del agujero una gota muy pequeña de agua, que se coloca en él con la punta de una pluma limpia. Si esta gota queda redonda a manera de una burbugita o campanilla en el agujero hecho con el alfiler, viene a ser una Lente, cuyo foco, que está sumamente inmediato a ella, aumentará prodigiosamente un objeto pequeño”. Seguidamente hace una disertación sobre este instrumento y sobre las cualidades de un buen observador.



El último capitulo titulado “Historia de la Physica Systhemática” Hace un breve repaso de los principales filósofos que tratan de la materia en si, Epicuro, Demócrito, Aristóteles, Gasendo y Descartes, para pasar seguidamente a reprobar la actuación de los Alquimistas y terminar con una exposición de las ideas de Newton. Un extraño cocktail.
Posteriormente a modo de epílogo añade: “Explicación sobre el movimiento de los planetas en la Hyppothesis de Copérnico” acompañado de un grabado
Termina el libro con el índice alfabético de las materias contenidas en este tomo VIII. El tomo tiene 2h+351pag.+2h y contiene 17 grabados. El tomo está bien conservado a excepción de una mancha oscura transversal de humedad que afecta en un trozo de la parte inferior, a varias hojas al principio y final del libro.

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