domingo, 15 de junio de 2008

“El Espectáculo de la Naturaleza VI” -1786



En este sexta entrega del “Espectáculo de la Naturaleza”, el autor va a hacer un recorrido por la materia inerte, Así como en anteriores entregas hemos podido conocer particularidades de animales y plantas, de la tierra y el mar. En este vamos a entrar en las ciencias físicas y geológicas. El libro contiene cuatro conversaciones y una carta. Las conversaciones tratan del “Ayre”, “Las materias subterraneas”, “Las Canteras, y Minas” y “Las Minas, y Metales”.
Para Pluche el aire es un elemento del que aun queda mucho por descubrir, porque esta ahí, pero es invisible aun para los mas potentes microscopios de la época, que no era mucho. Si que observa sus propiedades. Como el peso, a través de primitivos barómetros. También observa la “elasticidad”, ya que se puede comprimir y descomprimir. Y considera que está compuesto por globulitos, sin quererlo se está adelantando al concepto de molécula. Seguidamente describe aquellos fenómenos que ocurren en la atmósfera, y que por lo tanto acompañan al aire. Y que son nubes, lluvias, nieves, rayos y relámpagos, vientos, torbellinos y huracanes. Como curiosidad os citaré textualmente el porqué de los rayos. “ De las partículas de Fuego, que estaban en el centro de los globulitos que componen el Ayre, y de los corpúsculos oleosos, sulphureos, crasos y combustibles, que la evaporación havia elevado en los glóbulos mismos, se forma una, que parece lista, o vara de materia, inflamada, mas, o menos larga, y visible, a proporción de su fuerza, y extensión.” Nos comenta la utilidad del aire para la respiración de los animales y las plantas, obvio pero cierto. Igualmente la necesidad del aire para la formación de las palabras y la transmisión del sonido y los olores.
Empieza la conversación de las “Materias subterráneas”, haciendo una reflexión, del porqué se hallan estos materiales bajo tierra. Como buen religioso, el motivo es la mecánica divina, para explicar esto acude a los clásicos y citando a Ovidio y Horacio. Este último dice a los romanos, que si echaran al mar el oro y las pedrerías que extraen de las profundidades de la tierra, quedarían libres de la causa principal de sus delitos. Así, la Providencia colocó estos materiales profundos en la tierra para que el hombre los usara con moderación.
Según Pluche las materias subterráneas están divididas en cinco clases: “Aceytes, Sales, Tierras, Piedras y Metales”. A continuación habla del Azufre, de la Nafta, el Betún Judaico, el Asphalto, y mete en el mismo saco el Ámbar, el Ámbar gris y el Almizcle. Comenta otros minerales como la Sal Gema, el Salitre, el Vitriolo o Caparrosa, Bórax, Arsénico, Sal Amoníaco, Tártaro. Entra luego a explicar, como aprovechan todas estas sales y tierras para la fabricación del vidrio. Las tierras y sus aplicaciones forman un capítulo importante dentro de esta conversación. La Arena, Margas, Cieno, tienen sus propiedades de cara a la agricultura y la cantería. Greda y arcillas para la alfarería.



En la tercera conversación hace un repaso de las piedras preciosas. Como curiosidad en la explicación del diamante, cita los tres mayores diamantes conocidos, el “Emperador del Mongol” 289 quilates, “Gran Duque de Toscana” 139, y “Rey de Francia” 106. El Mármol, el alabastro y otras piedras de canteras son descritas como piedras para escultura y construcción. La parte más llamativa es la dedicada a las petrificaciones, es decir a los fósiles. Donde sí que acierta con el proceso de petrificación, pero evidentemente falla con la cronología, ya que todas estas conchas, peces, y hojas estampadas sobre la piedra tienen su origen en el Diluvio Universal.




La cuarta conversación trata sobre los metales. Es muy interesante porque nos da una visión en conjunto, tanto del proceso de extracción y refinamiento, como del uso que luego se hará de ellos. Empieza con el oro, al qué dedica prácticamente la mitad del capítulo. Nos explica como se extrae, como se refina, como se trabaja para ligarlo con plata, hacer finas láminas impalpables, el pan de oro, que se utiliza para dorar tallas y esculturas, tanto yeso como en madera. Cuando habla de la plata, cita las magníficas minas de Potosí y nos da una descripción de ellas. Los otros metales, cobre, sus aleaciones latón y bronce, plomo, estaño, antimonio, bismuto, hierro y sus derivados, acero y la hoja de lata. Con sus aplicaciones y características cierran este capítulo dedicado a los metales.
El final lo dedica, en una carta que dirige el personaje del Prior al caballero a hacer una disertación, que leída a día de hoy sería un discurso ecologista, sobre como usar y disfrutar la naturaleza y los bienes que nos otorga, de manera racional. Hace una reflexión importante acerca de la importancia del conocimiento de la naturaleza que os escribo textualmente: “Si un Indio inculto comprase un Relox, y después de haber observado bien sus movimientos, pudiese llegar a entender la composición, y resortes de sus ruedas, con la correspondencia de sus piezas; este Indio salvaje, sin conocer aun, ni la división de los tiempos, y la horas, ni el uso del Relox, seria realmente mas ignorante acerca de esta machina, que un Europeo, que se sirve de ella todos los días aunque no haya examinado su estructura”.



El libro esta bien conservado, ya que no tiene ningún deterioro digno de mención. Está impreso en la Imprenta Real en 1786. Después de la portada le sigue una tabla de contenido, 332 p. +6 h de “índice de las cosas notables que contiene este Tomo Sexto”. Contiene 5 grabados intercalados, uno de ellos fuera de su lugar correspondiente.