domingo, 28 de diciembre de 2008

“Lunario y pronóstico perpetuo general y particular – 1887 ”








Faltan pocos días para que finalice el año y creo que entre mis libros, el más apropiado a estas fechas es el “Lunario perpetuo” de Gerónimo Cortes.
Gerónimo Cortés fue un escritor y matemático valenciano, nacido a mediados del XVI y muerto probablemente hacia 1615. Se dedicó con preferencia al estudio de las ciencias naturales y debió morir joven por cuanto Nicolás Antonio se lamento que su talento no diese todo el fruto que podía dar de sí. Fue muy conocido en España, Francia e Italia, debiendo su popularidad principalmente a dos obras, la que hoy nos ocupa cuya primera edición apareció en Valencia en 1594 bajo el título de “Sumario y pronóstico perpetuo” y “Libro de phisonomía natural y varios efectos de la naturaleza”, Alcalá de Henares 1607, libro del que se hicieron varias ediciones en distintos idiomas. La primera edición francesa es de 1621. Otras obras de Cortés fueron: Aritmética práctica (Valencia, 1604), libro y tratado de los animales terrestres y volátiles (Valencia, 1613) y un tratado de monedas para facilitar las operaciones de cambio (Valencia, 1594)



Se hicieron infinidad de ediciones hasta finales del XIX, de la primera de 1594 no he encontrado ninguna en el CCPBE. La segunda que se titula “Lunario, nuevo, perpetuo y general….” Impreso en Madrid por Pedro Madrigal en 1598, hay dos ejemplares; uno en la Biblioteca Nacional y otro en la Valenciana. A falta de que nuestro amigo Diego Mallén nos de alguna sorpresa. La mía es una de las últimas ediciones y fue uno de mis primeros libritos de mi biblioteca. Concretamente la de 1887 en Valladolid por el Establecimiento tipográfico de la Viuda de Cuesta e Hijos. Viuda del tipógrafo vallisoletano Juan de la Cuesta, homónimo del primer impresor madrileño del Quijote.
Mi ejemplar esta desgastado por el uso, como libro popular que fue, haciéndole competencia al calendario zaragozano o viceversa, no lo sé muy bien. Pero era libro de lectura propia de estas fechas, para escrutar que nos depararía el año entrante. Repleto de conocimientos cosmográficos, astrológicos y sabiduría popular usados como arma de prevención, ante las vicisitudes que nos deparara el año entrante.




La encuadernación es nueva; lo compré ya así. Es digna, una media piel en rojo, con los cajos marcados y unos sencillos hierros en el lomo. Eso si las guardas son de un buen papel de aguas, en tonos rojos a juego con la piel. Supongo que el antiguo propietario se tomo la molestia, como siempre, por amor al libro. En este caso independientemente de su valor comercial, que es poco.
En cuanto al contenido del libro, hay que mencionar las primitivas viñetas que contiene al modo de xilografías. Es de destacar la imagen del hombre astrológico que acompañó a más de una obra de antaño. Estas ilustraciones se han conservado igual desde las primeras ediciones hasta las últimas.



El libro empieza hablando de cronología, las edades del mundo y del hombre, de los meses, días de la semana, de los vientos, de las fiestas móviles. Pronosticación en función de los planetas, influjos de la luna. Calidades y efectos de los diferentes signos astrológicos, de los eclipses y efectos que estos causan. De cuando se deben hacer baños, sangrías y purgas. Señales por vientos, lluvias, estrellas, animales, aves y pescados, que nos pueden indicar augurios venideros. Y demás variados instrumentos que se hallan en la naturaleza para poder prevenir el futuro.
En fin, curioso librillo que sirvió a las clases populares para hacer frente a los envites que el tiempo futuro depararía. Confiemos por nuestra parte en el trabajo del día a día para hacer frente al 2009, lleno de incertidumbres y vanas esperanzas. Aun así con mis mejores deseos en salud, amor y felicidad, os deseo a todos mis asiduos lectores un ¡Feliz 2009!

domingo, 21 de diciembre de 2008

“El despertar de la bibliofilia”- 2008




Tal vez es el momento, dadas las entrañables fechas en las qué nos encontramos, de relatar una pequeña historia de matiz bibliófilo. No es una historia de grandes libros, ni de piezas únicas, ni de hallazgos asombrosos. Pero si que es una historia de cariño y sentimientos tempranos hacia los libros.

Hace unas semanas, una fría mañana de domingo, que era uno de esos días de asueto que no tienes nada planeado y que piensas en ir a algún sitio recurrente, se nos ocurrió ir al rastro. Siempre con la vana esperanza de encontrar alguna vieja reliquia, algún grabado perdido e incluso algún ejemplar olvidado de una primera edición de algún literato de la generación del 27.
Como siempre según realizas el serpenteante recorrido entre montones de herramientas extrañas, montañas de agendas de años pasados, tripas de ordenador, grifos oxidados, mandos a distancia, libros absurdos y revistas licenciosas, te preguntas ¿Qué hago yo aquí? Una vez más caes en las redes de la añoranza de rastros pasados, de relatos de la plaza de Cascorro, de los hallazgos que nunca asoman. Y para más inri, me hago acompañar a tan ímprobo lugar de mi mujer y mi hija, firmes sufridoras de mis pasiones bibliofílicas. De manera que cuando voy finalizando el recorrido, pienso si no hubiese sido mejor estar tomando un vermut en la playa mientras nuestra hija corretea por la orilla sorteando las olas.
Pero cuando faltaba poco para terminar la “visita turística” mi hija, que es un cielo y tiene diez añitos (qué no alabaría yo de ella) descubre en medio de uno de los pasillos que dibujan los puestos sobre el asfalto, un libro. Un libro roto, falto de algunas hojas iniciales y del plano delantero de la encuadernación. Del lomo solo le quedan algunos jirones y era de origen francés. Eso si es un libro viejo; del XIX. Cuando mi hija me lo muestra con cierta ilusión de su hallazgo, no le doy importancia y le explico que aquello no tenía ningún valor, que estaba roto y falto, que no podíamos saber de que obra se trataba y que estaba escrito en francés, y que ni siquiera podríamos leerlo. Ella aceptando resignada mi valoración me pregunta ¿Y donde lo dejo? Como si hubiera que darle un final digno. Yo le indiqué que lo dejara al pie de una farola, por si alguien se lo quería llevar. Así lo hizo. Pero al volver a nuestro lado confeso. Papa, me da mucha pena dejarlo ahí solo, podríamos cogerlo, arreglarlo, y mi amiga Paula que sabe francés podría leerlo.

Era la primera semilla del amor por los libros viejos. Mi mujer me dijo por lo bajo, no lo desaproveches, di que sí. Le dije que lo recogiera y su carita se iluminó. Le comenté que lo encuadernaremos e investigaremos de qué obra se trata, para catalogarlo. Se me puso la piel de gallina.
Hay que tener en cuenta que al nacer rodeada de libros antiguos, los mira casi como quien mira una silla. A pesar de todo lo que yo le he ido explicando acerca de ellos, para ella son cosas de mayores. Pero de manera espontánea le nació el amor por el libro como tal, el respeto por sus años y la curiosidad por su contenido. Y sobre todo porque lo había encontrado ella y podía ser una buena obra.

Esa misma semana pase por la librería de mi amigo Tono y descubrí un grueso volumen, no muy grande un 8º mayor pero de 2759 Págs. Un diccionario enciclopédico Sopena de 1936. Estaba lleno de palabras, ilustraciones y mapas. Y sobre todo era llamativo por fuera y por dentro, y era viejo. Le dije a Tono que me lo llevaba; se quedó un poco sorprendido. No era el tipo de libro que suelo comprar. Le conté la historia que os acabo de narrar y le llegó tan hondo que me lo regalo. Mejor dicho se lo regaló a mi hija, yo sólo se lo hice llegar.
Cuando mi hija recibió el obsequio del amable librero le encantó y se puso a hojearlo con avidez. Su primer libro completo para su colección de libros antiguos.
No pude evitar, pensar en Vicente y Pedro Salvá, y las emociones que compartirían. Yo desde mi modesta biblioteca, me sentí en la distancia y en el tiempo, por un momento unido a ellos.
Ya sé que es difícil conseguir, sobre todo en los tiempos actuales, que incremente su pasión por los libros antiguos. Pero al menos aquel domingo en el Rastro de Valencia, no lo olvidaré.

¡¡ Feliz Navidad a los bibliófilos y bibliófilas, de buena voluntad!!

domingo, 14 de diciembre de 2008

“Decada primera de la Historia de la Insigne, y Coronada Ciudad y Reyno de Valencia”- primera parte – 1610

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Si tuviera que salvar de un cataclismo algún libro de mi biblioteca y solo pudiera coger aquellos que mis brazos abarcaran y aguantaran, sin dudarlo estaría junto a mi pecho la obra de Gaspar Escolano “Década primera de la Historia de la Insigne, y Coronada Ciudad y Reino de Valencia” 2 V. 1610-1611. Valencia, por Pedro Patricio Mey. No solo es una de las obras más importantes para la Historia de Valencia, sino que supone mi primera compra realmente importante en el mundo de los libros antiguos. Y no solo eso, con la compra de este libro gané un amigo librero. Una entrañable relación que se ha perpetuado durante el tiempo.

Lo compré en aquel momento sin saber hasta que punto era un buen ejemplar, pero la mirada de Tono, de la librería el Cárabo, no engaña. Confié en él, en su criterio y en su valoración de la obra. Acerté de pleno. Conforme pasó el tiempo aprendí a valorar esta obra. Y es que, en bibliofilia, los libros no solo enseñan por lo que puedes leer en ellos, sino por todo aquello que les rodea. Cada obra te lleva a la necesidad de ubicarla en la Historia, a querer conocer la relevancia que tuvo en su época y la que tiene actualmente.



Su autor Gaspar Juan Escolano eclesiástico e historiador valenciano, nació en 1560. Fue uno de los fundadores de la Academia de los nocturnos, conocido con el nombre de “luz”.
La Academia de los nocturnos nació el 4 de Octubre de 1591, cuando don Bernardo Catalán de Valeriola, joven y rico caballero valenciano, reunió en su casa a los más notables literatos y científicos que residieran o hubieran nacido en Valencia, para debatir trabajos e investigaciones. Los miembros de esta asociación adoptaron nombres referentes a la noche como: Gaspar de Aguilar “Sombra”, Tárrega “Miedo”, Guillen de Castro “Secreto”, Gaspar Gracián, “Peligro”, Cerdán de Tallada, “Trueno”, Juan de Fenollet, “Estudio”, etc. Las sesiones se celebraban semanalmente, en general los miércoles. Las actas de las 88 sesiones celebradas aun se conservan y la última fue el 13 de Abril de 1594 al ser nombrado su presidente y fundador corregidor de la ciudad de León.

Escolano participó en diversos certámenes poéticos con poemas en castellano. Publicó dos tratados teológicos y la compilación de los decretos sinodales de Valencia desde 1548. En 1604 la corte le nombró Cronista del reino de Valencia. Formó parte, en calidad de secretario de la junta teólogos y presidida por el Marques de Caracena, fue consultada en 1609 por Felipe III para conocer su opinión sobre la proyectada expulsión de los moriscos. Los efectos de esta medida fue reflejada en la obra que aquí estudiamos.
En 1597 Escolano fue nombrado rector de la valenciana parroquia de San Esteban, en 1602 predicador de la ciudad de Valencia y, en 1604, cronista del reino. Las «Décadas» fue fruto del deseo de Escolano de escribir una historia general de Valencia y su reino.
Las “Décadas” ofrecen, además, abundante información sobre la economía del reino de Valencia, sus instituciones, su geografía y sobre los linajes valencianos, por lo que constituyen una obra fundamental para el estudio de la historia y la sociedad valenciana del siglo XVI.
Gaspar Joan Escolano pretendía redactar una segunda y tercera «Década» en las que continuaría la historia de los reyes de Aragón pero nunca vieron la luz. A finales del siglo XIX, Juan Bautista Perales realizó en tres tomos una segunda edición, ampliada, de la obra de Escolano.
La descripción física de este primer volumen es: formato cuarto mayor (27 cm.), encuadernado en pergamino romana con cierres de pergamino (añadidos posteriormente en la restauración de la encuadernación), rotulado el lomo de época. 15h+1en bl.+1138 col+45h. (Se repiten las columnas 895 y 896).
1h. Portada con orla arquitectónica en donde aparecen diferentes personajes que han sido protagonistas de la historia de Valencia. En el recuadro central, el titulo “Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad de Valencia. Por el licenciado Gaspar Escolano, retor de la parrochia de S.Esteban, Coronista del Rey nuestro señor en el dicho Reino y Predicador de la Ciudad y Consejo. Primera parte dirigida a los tres estamentos, Eclesiástico, militar y Real y por ello a los diputados. Contiene esta década curiosas generalidades de España, y la historia de Valencia hasta el Rey Don Pedro hijo del Rey Don Iayme el Conquistador. Con una descripción del reyno, historiada de varios sucesos, y relación de los linajes y personas eminentes que en el han florecido, y las guerras de las comunidades que llamaron Germania, Sierra de Espadan y Expulsión de los Moriscos.”
Luego debajo de la orla “En Valencia, por Pedro Patricio M(ey) junto a Sant Martín. 1610. Acosta de la Diputación.
2h. Aprobación del Marques de Caracena
3h. Aprobación del Vicario General
4h. Dedicatoria de Gaspar Escolano a los tres estamentos.
5h. Tabla de los capítulos contenidos en los cinco libros de la primera parte de la década primera.
8h.recto, fin de la tabla
8h verso, Tabla de los capítulos contenidos en los cinco libros de la segunda parte de la década primera.
15h.r. Fin de la tabla
15h.v. Erratas.
1 hoja en blanco.
Col1-2 .prefacio.
Col 3-4 empieza el capítulo primero del libro primero.



La conservación es bastante buena. La portada un poco floja con restauraciones antiguas, que afectan un poco a la parte inferior derecha, así como refuerzos en el verso. El resto del volumen tiene algunas hojas un poco amarronadas. Pero está correcto de márgenes y completo. Eso si, es uno de los libros que tengo que tiene el mejor y mas intenso olor a libro viejo, agradable, amaderado, incienso, siglos.



Dentro de las curiosidades de este libro no puedo dejar de citar textualmente, este fragmento de hace cuatrocientos años, sobre la tan manida cuestión de la identidad de la lengua valenciana. Es una parte del capítulo XIIII “De la lengua lemosina, y Valenciana”. Col.93 dice:”Esta lengua se començo a hablar en la Ciudad y Reyno de Valencia: y con el curso del tiempo, se fue adegazando de fuerte, que arrimando algunos vocablos groseros que hoy en dia de quedan en la Catalana, poniendo en su lugar, de la Latina los que bastaban; acepillando los que tenian mal sonido y escabrosidad en la pronunciación; y generalmente escogiendo una dulce forma de pronunciar, sin el horror y desabrimiento con que usas de esta lengua en las Provincias que la conocen por natural, ha venido a tener nombre de por si, y llamarse lengua Valenciana, a merecer asiento entre las mas dulces, y graciosas del mundo.”
“Es como Mayorazgo y proprio don de los Valencianos, el hablar las de todas las naciones, con grande propiedad y delicadeza, parecido nacido en ellas. En limar y perfeccionar la propia, se han dado tan buena maña, que con ser la mesma que la Catalana, se ha quedado esta montaraz y malsonante, y la Valenciana ha pasado a Cortesana y gentil”.
Por supuesto no pretendo, con estos párrafos, insultar la hermana Lengua Catalana sino solo un pequeño e histórico recordatorio de nuestra propia identidad lingüística.



Además de tratar de los hechos históricos que dan origen a nuestro antiguo reino, podemos ver de primera mano otras características de la Valencia del XVII. Hace una mención especial a la seda, que tanta importancia tuvo para la economía valenciana y otras observaciones a cerca de la flora y de la fauna. Nos da una relación detallada de la geografía incluidas las pequeñas islas de nuestro litoral.
Es muy importante la relación que hace de todas las lápidas e inscripciones latinas que habían en la ciudad. Algunas de las cuales aun se conservan en su emplazamiento original. Igualmente son interesantes los comentarios sobre todas las iglesias y parroquias de la ciudad.
Realmente cada rincón del libro es único y curioso, por lo que si os apetece hojearlo podéis hacerlo en la web de la Biblioteca Valenciana. Eso si, ahí no lo podréis oler.

lunes, 8 de diciembre de 2008

“Diccionario castellano con las voces de Ciencias y Artes y sus correspondencias en las tres lenguas francesa, latina e italiana 1786 - 1787- 1788”







Al igual que para cualquier escritor o amante de las letras es necesario un ejemplar del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, era para mí necesario tener un Diccionario de las Ciencias y Artes del P. Esteban Terreros, por todo lo que representa en la Ilustración española. Es un diccionario singular, nacido a la sombra del Diccionario de Autoridades, 1726-1739. VI tomos. Primer diccionario editado por la Real Academia de la Lengua nacida de 1713.

Pero una diferencia sustancial lo hace complementario del de la RAE, es el primer repertorio lexicográfico que incorpora de manera extensa las voces de terminología científica y técnica. No fue una tarea fácil. Le llevo veinte años su elaboración, utilizando un método pionero para la época; el trabajo de campo. El P. Esteban no se limitó a consultar otras obras y diccionarios, sino que con tintero de faltriquera y unos pliegos en su bolsillo, indagó en talleres y gremios sobre instrumentos y acciones propias de cada oficio, y que cuyas definiciones no formaban parte del léxico común.



Dolores Azorín y Mª Isabel Santamaría de la Universidad de Alicante, establecen las siguientes categorías temáticas de este diccionario:
Ciencias médicas, Milicia, Ciencias jurídicas, Marina, Bellas Artes y construcción, Agricultura y Ganadería, Blasón, Actividades lúdico deportivas, Manufacturas textiles, Ciencias Ocultas, Ciencias Humanas, Especialidades científico técnicas, Religión, Comercio, Oficios y Varios.

Este diccionario nace como respuesta a la necesidad de poner en orden la avalancha de tecnicismos que van surgiendo dentro de esta nueva sociedad ilustrada y darle la difusión que se merecen. Provocando de esta manera que la sociedad participe y se integre dentro de esta nueva época. Puro espíritu ilustrado



No cabe duda que la idea de gestar este diccionario, viene influenciada por su labor de traducir la obra de Pluche, “El Espectáculo de la Naturaleza”

Resulta muy interesante el prólogo de esta obra, que tras la portada y las dos hojas de dedicatoria al conde de Floridablanca, ocupan XXXIV páginas. En él valora en principio, el estado del “Idioma Castellano” en donde recuerda el valor fundamental de la Real Academia de la Lengua y su Diccionario. Seguidamente da una cumplida explicación de las dificultades que ha tenido para reunir las voces de la gran diversidad de Oficios y Artes con los que contaba su sociedad. Luego da una relación de las obras de Ortografía que ha consultado para llevar a cabo la redacción de los términos que componen este diccionario. Cito textualmente: “Para proceder en esto detenidamente, y con todo conocimiento he leído las ortografías dadas por Antonio Lebrija aunque de impresión moderna: la célebre y eruditísima de Alejo Vanegas impresa en Toledo el año de 1531; la perla de las dos lenguas de D. Juan de Lama; la de Antonio de Bordazár y Artazu impresa en Valencia en 1730; la ortografía de Don Salvador Mañer dada el año de 1742; las dos de la Real Academia de la lengua Castellana impresas en Madrid, una año de 1754 y otra el de 1763.”

Estructuralmente el texto esta dispuesto en doble columna, encabezando cada columna, en mayúsculas y centradas, las tres primeras letras de la palabra inicial de cada columna. Dependiendo de la palabra, indica su traducción al francés, latín e italiano. Dependiendo de la palabra, hace una relación de diferentes expresiones y frase hechas que originan. Así por ejemplo en la definición del verbo “Dejar” incluye veintiuna frases hechas y sus definiciones como “Dejar con la miel en los labios” “Dejar en el tintero” “dejar para otro día” “dejarse ver” etc. Y la del verbo Echar, ciento ochenta y cuatro frases.

Como palabras curiosas que aparecen en este diccionario he cogido cinco al azar.
ANDROIDES- figura de hombre, que por medio de muelles anda, y habla.
BIBLIOMANIA, afán, ansia de tener libros.Fr. Bibliomaníe. Lat é It. Bibliomanía. La Bibliomanía es la enfermedad de este siglo: no obstante juzgo, que hai otras mas peligrosas, pues prevalecen entre ellas la avaricia, y la pereza, que son el remedio de la Bibliomanía; pudiendose decir que es peor la cura, que la enfermedad.
CATAPÓCIA. Píldora.
ENANAGO, animal de la figura de culebra, y que anda del mismo modo que ella; pero que no muerde ni tiene veneno alguno…..
ENGOLONDRINARSE, enamorarse.



Además de estos tres volúmenes complementarían la obra un cuarto volumen editado en 1793 que lleva por título “Los tres alfabetos francés, latino e italiano con las voces de ciencias y artes que les corresponden en la lengua castellana: Tomo Quarto y último del diccionario / del P. Estevan de Terreros y Pando, Madrid: En la Imprenta de Don Benito Cano, 1793, que no lo tengo por ahora.

Los tres volúmenes contienen una dedicatoria impresa en el centro de la primera guarda que dice lo siguiente: A D.Manuel Calvario Ponce de León, Ventiquatro Preeminente, y Alcalde mayor de honor de / Xerez de la Frontera. Resulta curioso, ya que los adquirí en Argentina, por lo qué ya han cruzado un par de veces el Atlántico. Podemos decir que hay libros de viajes y libros viajeros.



Estos tres volúmenes están impresos en Madrid por la Viuda de Ibarra y son formato folio. Están bastante bien conservados y encuadernados en pasta española con lomo con doble tejuelo rojo, hierros y seis nervios.

sábado, 29 de noviembre de 2008

“Historia de la Oceania T.II y T.III - IV - 1846”



No puedo, ni debo, alargar exageradamente el espacio dedicado a esta gran obra del XIX. Gran obra no tanto por motivos bibliofílicos, sino más bien por motivos temáticos, ya que es una de las mejores obras sobre Oceanía y los Mares del Sur de esta época en España. Tanto es así que encontramos ejemplares de esta edición española precisamente en alguno de los lugares citados, como la Universidad de Manila y la Biblioteca Nacional australiana.



Aun así, no alargaré el espacio dedicado a ella en este blog, precisamente por esto, por lo exhaustivo de su tratamiento; podría llegar a aburrir al desocupado lector. Por eso reuniré en este artículo la explicación del resto de la obra, que comprende tres tomos encuadernados en dos volúmenes.



En el segundo tomo, trata ampliamente de las islas Hawai, que aquí denomina islas Sandwich o Hauai. Fueron descubiertas de forma casual por el capitán Cook en 1778. Por lo qué las historias e información aquí narrada, acontecieron como muy pronto entre siete décadas y unos pocos años antes de ser escritas por Rienzi. No mucho para aquella época. De Hawai, además de darnos una detallada información de su geografía, narra su religión, su gobierno, sus costumbres, lengua y literatura, trajes, adornos, comida, ejército, etc. Tenemos en el texto hasta una noticia bibliófila, dice lo siguiente: “En 1822 se imprimió el primer libro hauaiano. Era un ensayo de gramática en el que se seguían los principios ya adoptados para las lenguas de Taití y de la Nueva Zelanda. Desde entonces ha progresado la imprenta en términos que, diez años después, en 1832, habían salido de las prensas 166.000 ejemplares en seis meses. Las obras más esparcidas eran: la Historia de la Biblia, los Elementos de Aritmética, el pan cotidiano, varios libros sacados del Antiguo Testamento y del Nuevo, Un Tratado sobre el Matrimonio; Cuestiones de Geografía, todos impresos y distribuidos en gran número”.




Continua este tomo con capítulos dedicados al gran archipiélago de las Carolinas, al archipiélago de Nuka-Biva o Marquesas de Mendoza, al Archipiélago de Pomutú y el Archipiélago de Taití. Como en capítulos anteriores con todo lujo de detalles en las descripciones geográficas, históricas y etnográficas.



Como curiosidad veamos un detalle de un largo capítulo dedicado a los sacrificios humanos en Taití: “Los que debían ser las víctimas de aquel horroroso sacrificio ignoraban el fallo pronunciado contra ellos, como que no lo sabían hasta el momento de recibir el golpe mortal. Cuando uno de los grandes jefes juzgaba necesario un sacrificio humano, el mismo señalaba al desdichado a quién debían sacrificar; llamaba enseguida a alguno de sus servidores, quienes se precipitaban de improviso sobre la victima y la remataban a palos y pedradas. Llevaban la noticia de la muerte al rey, cuya presencia era de todos modos imprescindible en las ceremonias que seguían al sacrificio.” Así se las gastaban en las islas que tiempo más tarde sirvió de inspiración al post-impresionista Gaugin.

Este segundo tomo contiene 2 mapas, 68 láminas y 387 Págs. Al final hay una nota que pone: “Nota. La Pauta para la colocación de las láminas de este tomo y del primero se darán al fin del tercero, que será el último de la historia de la Oceanía”. Lo que implica que la obra posiblemente se fuera vendiendo por entregas para posteriormente encuadernarlo. Eso explica dos cosas, algún error en la colocación de las láminas y que los dos últimos tomos se encuadernaran juntos.
En el tercer tomo habla del Archipiélago de Samoa, de Nueva Zelanda, de Tokopia y las islas Viti o Fitgi (islas Fidji)



Hay unas interesantes reflexiones acerca de las tierras polares antárticas. Comenta que no se ha pasado más allá de los 74 grados sur y dice: “Así que es el hombre que observa en los recónditos ámbitos de la inmensidad de los cielos, algunas estrellas apenas perceptibles, no podrá nunca llegar a conocer aquellas partes de nuestro globo; el imperio de la muerte tiene fijado allí su asiento; la vida no se atreve a penetrar en él, y hasta el presente no ha sido dado a ningún mortal poder contemplar los temibles y vedados misterios que allí tienen lugar”.




El capítulo dedicado a la antropofagia casi mejor que no os lo cuente. También se recrea el autor en las liberales costumbres sexuales de los polinesios, aunque al final siempre ejerce un juicio de rigor.
Contiene el tercer tomo un mapa, 72 láminas y 300 Págs.


Por último el cuarto tomo, incluido en este tercer volumen habla de Melanesia (Papua-Nueva Guinea), gran archipiélago de Nueva Bretaña, Nueva Irlanda, Archipiélago de las Nuevas Hébridas, Australia o Nueva Holanda, Tierra y Puerto del Rey Jorge, Tasmania y por último unas referencias a Madagascar, Malaca e isla de Thai-Uan o Formosa (Taiwan). Es llamativo leer, que los habitantes de Thai-Uan habitan en chozas de bambúes, no gastan sillas, ni camas, ni mesas, ni mueble alguno. Cabe destacar dentro de las descripciones detalladas sobre todos los temas anteriormente dichos, comunes al resto de la obra, la historia natural de Australia. Se detallan descripciones de Kángarus, Kula (Koala), zorros voladores, emús, equidne, etc.

Este tomo contiene 77 láminas y 339 Págs., incluyendo además del propio índice una tabla de las materias contenidas en la Historia de la Oceanía y un índice de pauta de la colocación de las láminas.

domingo, 23 de noviembre de 2008

“Historia de la Oceania, ó quinta parte del mundo - 1845”






La Historia de la Oceanía es una obra que le tengo un especial cariño. No es un libro antiguo, más bien es un libro viejo, no es un libro raro, se encuentra con relativa facilidad. Pero tiene el poder de evocar con facilidad épocas pasadas. Es la época del romanticismo, y sus numerosas láminas grabadas al acero, nos trasportan a exóticos paisajes, casi inexplorados. Un mundo virgen y casi sin civilizar, con sus propias y ancestrales costumbres, algunas terroríficas como el canibalismo, con sus etnias propias, con la descripción de animales hoy extintos o en peligro de desaparecer, como los rinocerontes y tigres de Java y Sumatra. Hay descripciones arqueológicas, lingüísticas, religiosas, económicas, etc. Es casi un libro de viajes.

De hecho es la edición española de un libro francés titulado “Océanie, ou Cinquième partie du monde. (dans la série: L'Univers. Histoire et description de tous les peuples). Revue géographique et ethnographique de la Malaisie, de la Micronésie, de la Polynésie et de la Mélanésie; Offrant les résultats des voyages et des découvertes de l'auteur et de ses devanciers, ainsi que ses nouvelles classifications et divisions de ces contrées “ Paris: Firmin Didot, 1836 - 1837. 3v. 8º. El autor GL Domeny de Rienzi, es un ilustrador, escritor y el mismo se considera un viajero. Miembro de varias sociedades geográficas, como la Société de Géographie y la Sociedad ASIATIQUE de París y Bombay. Su libro fue concebido como un estudio histórico, general y amplio, de la región del Pacífico y se basó en la información recogida en anteriores viajes a Oceanía, y los suyos propios.




En el prólogo de la obra el propio autor dice “Nuestra obra será un resumen de los mejores viajes conocidos, y muchas veces de diversos viajes antiguos y recientes, inéditos casi todos, del mismo auto; una colección de las tradiciones más auténticas; en una palabra, la Revista pintoresca, etnográfica y enciclopédica a veces, de la Oceanía.”





Esta obra compuesta por cuatro volúmenes, presentada en tres tomos (hoy veremos el primero) pertenece a una gran colección de geografía llamada Panorama Universal. Todos los títulos de esta colección empiezan por “Historia de… “aunque dependiendo del país del que se trate, también se incluye geografía, historia natural, etc. Otra característica de la colección es la profusión de láminas, grabadas al acero, intercaladas en el texto, que en algunos casos como en el de Historia de Francia, dedica un tomo íntegramente a las láminas.






En este primer tomo está impreso en Barcelona por la Imprenta del Fomento en 1845, en 8º mayor. Encuadernado en holandesa con puntas y papel de aguas. Antes de la portada tiene dos mapas a doble página de Oceanía y Melanesia, 84 láminas, 2 tablas plegadas (cuadros políglotas comparativos) y 392 Págs. incluido el índice. La conservación es decente, aunque con manchas de óxido debido principalmente a la tinta ferro-gálica.






La división de este libro queda del modo siguiente: Cuadro general e Historia Natural, luego Malesia o grande archipiélago de las Indias Orientales. Con capítulos de I al CCII en los que habla de todas las islas Sumatra, Java, Singapur, Bali, Borneo, Kalemantan, Filipinas, Isla de Luzon y todas las islas adyacentes a las principales con las descripciones de animales, plantas, minerales, etnología, antropología, hidrografía y geografía, religión e instituciones religiosas, usos, costumbres, arquitectura, trajes, monedas, pesos y medidas, comercio, literatura, música y canto, teatro, códigos de leyes, habitaciones y muebles de los reyes, piratas, arqueología, etc. Y por último una parte dedicada a la Micronesia, con iguales características.

Entre las múltiples curiosidades que contiene este volumen, cada página sería para transcribirla y comentarla, no puedo pasar por alto el capítulo que dedica el autor al Orang-utan. En el que da pie a la existencia de eslabones perdidos. Os transcribo algunas líneas: “Díjome un Biadju que los orang saben encender lumbre; pero lo cierto es que saben construirse pequeñas chozas; que saben recoger cangrejos y moluscos en las playas del mar, romper ostras y pechinas en las rocas”. Hablando de uno que había encontrado en el bosque y llamaba Bagús dice: “Sabia destapar una botella, llevar mi karpus y mi turbante; cerraba y abría la puerta, se hacía la cama, y como era muy friolero se tapaba con mantas…” “Mi orang me servía a la mesa; parecía estar muy satisfecho y pagado de sí cuando yo le hacía comer conmigo o fumar mi huka” “Labrosse, citado por Buffon dice: estos animales tienen el instinto de sentarse a la mesa como los hombres; comen de todo sin distinción; se sirven del cuchillo, de la cuchara, del tenedor, para trinchar lo que le sirven en el plato”. Un capítulo curioso de principio a fin, entre la incertidumbre y la fantasía, o tal vez algún el relato acerca de algún homínido desaparecido, como el reciente caso de la Isla de Flores, Isla qué también se cita en esta obra.


domingo, 16 de noviembre de 2008

“Historia y magia natural – 1692”








Historia y magia natural o ciencia de filosofía oculta, con nuevas noticias de los más profundos mysterios, y secretos del Vniverso visible, e que se trata de animales, peces, aves, plantas, flores, yervas, metales, piedras, aguas, semillas, Parayso, montes y Valles. Por el padre Hernando del Castrillo de la Compañía de Jesús, natural de Cádiz. Donde trata de los secretos que pertenecen a las partes de la tierra. Con licencia. En Madrid: pos Jvan García Infanzón. Año 1692. Acosta de Joseph Bazcones, Mercader de Libros. Véndese en las gradas de San Felipe.

Creo que era necesario hacer llegar en un principio al amable lector el texto integro de la portada de este libro del jesuita Hernando Castrillo y observar lo curiosa y extraña que resulta la temática de este libro del XVII. Digamos que la fama de ocultistas de la Compañía de Jesús fue creciendo a golpe de ediciones de autores como Benito Pereira, Martín del Río, Juan Eusebio de Nieremberg o Athanasius Kircher. De hecho la obra de Castrillo queda encuadrada dentro de la misma concepción de la ciencia de filosofía oculta y magia natural de Kircher.


Aun así este libro tiene, como no podía ser de otra manera, la aprobación eclesiástica correspondiente, sino no se habría publicado. Tiene su lógica. En esta obra hay una clara diferenciación entre Magia Artificiosa, en la qué se utiliza la ayuda del Demonio para la consecución de acciones anti-naturales, y la Magia Natural en la que todo aquello que sucede en la naturaleza de manera inexplicable es Magia, pero por influjo divino. Encontramos inquietud por parte del autor por dar a conocer todo aquello que ocurre en la naturaleza, casi con un ansia pre-ilustrada, pero como no encuentra explicación “científica”, la causa de todo lo inexplicable es la Magia Natural.




De todas formas el autor hace clara defensa de las artes mágicas, no como poder del Demonio sino como poderes especiales por si. Dice en la Pág. 7 “es imposible que todos los efectos maravillosos, y raros que se ven, tengan causas naturales, porque los Magos suele hazer cosas superiores a la esfera de la virtud natural de las cosas sublunares, como sanar enfermos, echar Demonios de los cuerpos humanos, y hazer otras cosas semejantes a los verdaderos milagros”.

Os transcribo el principio del capítulo primero que no tiene desperdicio acerca del “significado del nombre Magia” que no tiene desperdicio. Realmente me pregunto como paso la Inquisición estas cosas: “Los Filosofos Gentiles equivocan, y confunden el nombre Magia, aplicandole unas vezes para significar las obras ocultas de la Naturaleza, otras las del arte, y otras las que se hazen por la del Demonio; pero otros le estrechan à sola la diabolica, como Vitoria Angles, y algunos otros.
Del río pretendiò hallar, y definir una razon general, que fuesse indiferente à todas las especies de Magia, que se han dicho. Dize, pues, que Magia es un arte, ò facultad, que obra con virtud natural cosas insolitas, y maravillosas, que exceden la comun opiniòn, è ingenio de los hombres. Llamala arte, por comprender cualquier conocimiento, ciencia, ò opiniòn mecanica, ò liberal, natural, ò artificial, por virtud del hombre, ò del Demonio.
Pero la Magia es un conocimiento mas universal; porque se estiende à las cosas sobrenaturales, y divinas, que por esso San Geronimo dividiò la Magia en blanca, y negra, que son las que llama S. Agustin Theurgiam, y Geoteiamam”
.





Este libro que es un 4º menor contiene, portada con un texto manuscrito en el verso de la hoja firmada por Manuel Chochumba, lo que indica que este libro paso sus primeros años en Sudamérica, entre otras cosas porque antes de comprarlo en una librería de Barcelona pude ver esta misma portada en Uruguay y la descripción exacta del mismo ejemplar, más tarde en Argentina. Continúan cuatro hojas de preliminares, 342 Págs., cuatro hojas de índice de las cosas principales que se contienen en este libro, y por último cuatro hojas de índice de los tratados y capítulos que se contienen en este libro. El libro está dividido en cuatro tratados que son 1º- Libro primero de la Magia natural ilustrada, o ciencia de filosofía secreta de los más ocultos misterios de la naturaleza. 2º-De la materia, y objeto de la Magia natural que es la tierra. 3º- De otra parte más descollada, y excelente de la tierra, que es el Parayso que plantó Dios e ella. 4º- De los montes de la tierra. 5º De los campos, valles y bosques de la tierra, y de las yerbas y árboles que se crían en ellos. 6º- De los metales, y de algunas piedras de la tierra.

Algunos de los capítulos que contienen estos seis tratados son totalmente fantasiosos, lo que hace que tengan una lectura muy amena.

El libro como veréis tiene una buena conservación y está completo. Tiene una clásica encuadernación en pasta española, blanda y con signos del paso del tiempo, pero sin perdidas, que aumentan el encanto del volumen.




De esta obra se hicieron tres ediciones, la primera en Trigueros (Huelva) por Diego Pérez de Estupiñán en 1649. Todo parece indicar que se trata de un impresor ambulante y que es reclamado por el jesuita que se encontraba en aquel tiempo en el antiguo convento de Santa Catalina. Es el primer libro impreso en la provincia de Huelva. La segunda se imprime en Madrid, que es la que aquí nos ocupa con dos variaciones en el editor Joseph Bazcones y Francisco Sacedón y por último la tercera en Madrid por Juan Sanz en 1723.
Es un libro interesante del que se podrían hacer comentarios para llenar medio Blog.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

“Que no es un bibliófilo-2008”

Termino de leer los comentarios del artículo del blog “El bibliómano”, “Mis librerías de viejo” y no puedo dejar de sentir cierta tristeza al encontrar bibliófilos que creo que han perdido el norte.

Siempre he tenido, o creído tener, la mente clara y despierta y sobre todo he procurado ser de mirada amplia. Por lo qué en bibliofilia no se puede poner límites, ni se puede medir por ningún rasero a como se debe, y con que criterio se coleccionan libros. Y cuando digo coleccionar entiendo la definición de la RAE: Acción de reunir un conjunto ordenado de cosas, por lo común de una misma clase y reunirlas por su especial interés o valor. Y extrapolando a la bibliofilia, entiendo por bibliófilo aquella persona, de cualquier raza, religión, pensamiento o posición social que por cualquier motivo, ya sea por el contenido, por el continente o por motivos históricos, sociales o religiosos, ama el libro de tal forma, que forma o intenta formar una biblioteca o colección de libros, conforme a sus gustos e intereses. Es decir, amaras al libro en general. Los tuyos propios y respetarás los del prójimo.


Y todo esto viene a colación del primer comentario del Sr. Yarfoz. Y es que no tiene desperdicio. En un primer lugar dice: “la discreción se ha hecho virtud rara entre los bibliófilos de recursos, mayoritariamente soberbios y dados a cacarear sus adquisiciones a golpe de talonario”. En esta primera frase encuentro cierto rencor hacia las personas de recursos que compran libros. No entiendo porqué. A mí personalmente me viene al pairo que otros compren más o menos libros, más o menos caros. ¿Realmente de que modo me afecta esto negativamente? A no ser que me levante un libro en una subasta, que no creo, ya que no pujaremos por los mismos ejemplares. En mi caso particular soy un autónomo, más bien en lo económico, tirando a mediocre. De modo que estas pataletas no me encajan. Y es más, y lo reconozco, conozco a dos bibliófilos de recursos y precisamente de uno de ellos, lo último en la vida de lo qué se le podría tachar es de soberbio. Y el otro, su discreción raya en el secretismo.


Para más inri y después de lo dicho, el Sr. Yarfoz dice más arriba en respuesta a un comentario del Sr. Mallén: “jamás descalifico a nadie por el hecho de tener -o no tener- dinero. Tampoco en este post lo he hecho, y le reto a que me diga en qué párrafo y línea.” En fin este señor no sé si lee lo que escribe o pretende escribir lo que no piensa y luego se le escapa.

Otra perla que suelta es “Y digo esto pese a que Juan Manuel Bonet me ha pisado en más de una ocasión un libro en el Rastro, a esas horas frías y aún nocturnas del duro invierno madrileño, cuando sólo andamos por allí los bibliófilos de verdad”. Y digo yo, los que compramos por Internet, en ferias o simplemente librerías de viejo, ¿somos de mentiras?

Continúa diciendo: “Y es que el Sr. Bonet me ha parecido siempre un cazador bien armado, con el mejor equipo; pero discreto, silencioso y modesto. En cambio, no podría yo decir lo mismo de algunos de sus "prestigiosos" compañeros de cuadrilla en tales safaris madrileños...”. Pienso que la caza y la compra son muy similares al menos en el género masculino, por aquel estudio sociológico que dice que, en el acto de la compra el hombre es cazador y la mujer recolectora. Pero en el caso del Sr. Yarfoz, da la impresión de que lo importante no es la presa sino el disparo.

Y finalizando dice “La verdad es que no envidio demasiado su biblioteca, tan llena de vanguardias del Este, veintisietes, arte moderno, alta bibliofilia, ediciones limitadas y primeras de los sempiternos sudamericanos... Demasiado políticamente correcta y pasto de bibliófilo a la moda, según lo tasado y estipulado por librerías de postín como la de Abelardo Linares, Manolo del Pino o Farré; por casas de subastas y manuales de literatura al uso... ¿Cuándo acabará esta moda?”. Con lo que viola el principio de “respeta los libros de los demás” Por lo visto solo es modélica su biblioteca, a las otras aun les queda por aprender.

El ofendido Sr. Mallén sale educadamente victorioso y mostrando al final de sus comentarios, educación, caballerosidad, elegancia, conocimientos y sobre todo espíritu bibliófilo.

Concluyendo el Sr. Yarfoz elogiando al Sr. Bonet nos ha mostrado que “no” es un bibliófilo.

domingo, 9 de noviembre de 2008

“Elementos de Química teórica y práctica - 1788”






Recuerdo cuando compré este libro en una de las ediciones de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Valencia. En la qué tan buenos ratos he pasado. Un lujo poder pasar de una librería a otra observando los mejores ejemplares que cada librero prepara para la feria (aunque cada año hay más libro de ocasión en detrimento del libro antiguo) y cambiando impresiones con alguno de los libreros que con el tiempo se han convertido en amigüetes. Se hecha de menos una Cuesta Moyano valenciana.

Aquel año no encontré nada realmente especial, así que entre las baldas de uno de los expositores, apareció un libro de química del XVIII era los “Elementos de Química teórica y práctica” de Morveau, Maret y Durande, traducidos por el barcelonés Melchor de Guardia y Ardevol. Un libro de la Ilustración donde se dan las directrices para la nueva química. Como mi biblioteca no contaba con ningún libro sobre química y era de mi época favorita, decidí comprarlo.


Esta obra supone una ruptura con los antiguos elementos de la química como por ejemplo, el flogisto. Es significativo desde un principio el encabezamiento de la primera lección, “Elementos de Química teórica y práctica, puestos en un nuevo orden después de los descubrimientos modernos, para servir al curso público de la Academia de Dijon”. En el se establecen las bases para el resto de la obra, dando una definición de lo que se entiende por química. Se explican los términos utilizados en esta ciencia, como agregación, afinidad, constituyentes, calcinación, sublimación, destilación, fusión, etc. Así como las descripciones de los instrumentos utilizados, hornos diversos, alambiques, recipientes, retortas, crisoles, moletas, balanzas, etc.




En el capítulo tercero titulado “Compendio del Systema de Historia Natural” se explican las diferentes naturalezas de los elementos y compuestos químicos. En la primera frase de este capítulo queda clara la idea que se persigue, “La Historia Natural sin la Química es una ciencia incierta”. De este modo organiza el “Reyno Mineral” en tierras, metales, semi-metales, sales, materias volcánicas y aguas minerales.






El resto de la obra que tiene un total de veintitrés capítulos trata de diferentes tipos de disoluciones, como por ejemplo disolución por el fuego, por el aire, por el agua, por los diferentes ácidos (sulfúrico, nitroso, muriático, borácico, acetoso, fosfórico, etc.), alcoholes, éter, aceites fijos y volátiles, y por el mercurio.

Finalmente hay dos tablas. Una “Tabla de afinidades” en que aparecen símbolos que nos recuerdan muy de cerca a la Alquimia y una “Tabla Synóptica de los disolventes químicos, de las bases simples y de los productos de su combinación”.





Este libro fue impreso en Madrid, en la Imprenta de Benito Cano en 1788 es de formato 4º y tiene 3h + 576 Págs. + 2h desplegables de tablas. Esta encuadernado en piel marrón y conserva un desdibujado tejuelo. El libro está bien conservado, aunque las tablas están un poco deterioradas.

martes, 4 de noviembre de 2008

“Primera parte de las diferencias de libros que ay en el vniuerso - 1546”












¡Por fin! Queda reducida la rebelión de las maquinas. En mi particular batalla que quiso presentarme esta máquina, que estoy fustigando sin piedad, he salido victorioso. Aunque con alguna lamentable baja que ha sido inevitable al perder en el ir y venir de archivos, alguna información. Agradezco a mi amigo Víctor, que ha sido el artífice de tan loable hazaña, la victoria -valga la redundancia- final, que hace posible que siga en la brecha.



Para celebrar este hecho quiero dar a conocer uno de mis buenos libros. La obra de Alejo Venegas del Busto, “Primera parte de las diferencias de libros que hay en el Universo”. Impreso en Toledo en 1546 por Juan de Ayala, impresor que como recordareis, ya salió en este blog con la obra de Lobera de Ávila, “Libro de experiencias de medicina”.



No es un libro grande, un 4º menor, ni tiene una encuadernación soberbia, una pasta española con una sencilla rueda en los planos, un tejuelo rojo y cuatro hierros que señalan donde se ubicarían los nervios si los tuviera. Pero al abrirlo, como el cofre de un tesoro, descubrimos que es un gótico. La portada, a pesar de estar restaurada con poca gracia, no oculta el hermoso escudo del Obispo de Calahorra Juan Bernal Díaz de Luco, escritor, reformador y Consejero de Indias. Debajo de este escudo nos indica que la obra se halla dividida en cuatro libros que son 1º Primero original, de la concordia de la predestinación y del libre albedrío 2º Natural, de la philosophia de este mundo visible 3º Racional, del oficio y uso de la razón 4º Revelado, de la autoridad y firmeza de la sagrada escritura. Le siguen en los preliminares cuatro cartas en tipografía corriente, aunque con bonitas capitales. Detalle este típico de Juan de Ayala; mezclar tipografías diferentes en la misma obra. A continuación hay tres hojas de tabla y empieza la foliación en romano con el prólogo.




La conservación en general es buena, aunque este un poco corto de margen en la parte superior, un taladro lateral que, bienaventurada sea la polilla, no afecta al texto. En algunas zonas hay anotaciones marginales y subrayados de época en tinta sepia y con la típica manita dibujada señalando con el dedo índice desde el margen lo que interesa al lector. Estas pequeñas travesuras del antiguo y docto lector no molestan demasiado.



Lo que si que es necesario indicar es que está falto de los folios CLXIV y CLXV, que están sustituidos por dos hojas manuscritas de época. Posiblemente, y así quiero creerlo por los indicios, las hojas son de época. Tanto por la caligrafía como por estar reencuadernadas a la vez que el texto en el XVIII, ya que tiene pequeñas pérdidas al pasar el nuevo volumen por la cizalla cuando se reencuadernó. No da la impresión de que las hojas originales fueran arrancadas, sino más bien que no fueron impresas y se quedaron en blanco o cuando se juntaron los pliegos se extravió uno. De forma que o bien el librero o bien el primer propietario escribió manualmente la parte falta. No estaban las cosas como para tirar un libro porque le faltaran dos hojitas. Queda el texto de esta manera completo, comprobado por el que esto escribe.
Son muy interesantes los tres grabados que contiene, sobre todo el explicativo de los eclipses, que es de una belleza singular. También son bellos los principios de los cuatro libros y el prólogo, al utilizar tipografía de distinto tamaño y alguna rústica capitular. Al igual que la lista de los nombres antiguos y nuevos de diferentes lugares, da una limpieza especial a los folios que los contienen. Yo personalmente encuentro bello hasta el colofón, aunque cualquiera de los CCXXIIII folios que contiene la obra, no tiene desperdicio.







Respecto a la obra esta es la segunda edición, la primera también la imprimió Juan de Ayala pero en 1540. Posterior a esta se hicieron tres más. En Madrid: Por Alonso Gómez, en 1569. En Valladolid: por Diego Fernández de Cordoua ... : a costa de Juan de Boyer ..., 1583. Y por último en Salamanca: en casa de Pedro Laso: a costa de Simon de Portonariis, 1572. Alejo Venegas es conocido además por otras dos obras: Tratado de ortografía y acentos en las tres lenguas principales de 1531 y Agonía del tránsito de la muerte con los avisos y consuelos que cerca de ella son provechosos, de 1537



Me gustaría comentaros con detenimiento el argumento de este libro pero no quiero extenderme demasiado, tal vez lo haga más adelante. Ahora prefiero dejaros algunas fotos que ilustraran las características de este libro, en la medida de lo posible.