domingo, 28 de diciembre de 2008

“Lunario y pronóstico perpetuo general y particular – 1887 ”








Faltan pocos días para que finalice el año y creo que entre mis libros, el más apropiado a estas fechas es el “Lunario perpetuo” de Gerónimo Cortes.
Gerónimo Cortés fue un escritor y matemático valenciano, nacido a mediados del XVI y muerto probablemente hacia 1615. Se dedicó con preferencia al estudio de las ciencias naturales y debió morir joven por cuanto Nicolás Antonio se lamento que su talento no diese todo el fruto que podía dar de sí. Fue muy conocido en España, Francia e Italia, debiendo su popularidad principalmente a dos obras, la que hoy nos ocupa cuya primera edición apareció en Valencia en 1594 bajo el título de “Sumario y pronóstico perpetuo” y “Libro de phisonomía natural y varios efectos de la naturaleza”, Alcalá de Henares 1607, libro del que se hicieron varias ediciones en distintos idiomas. La primera edición francesa es de 1621. Otras obras de Cortés fueron: Aritmética práctica (Valencia, 1604), libro y tratado de los animales terrestres y volátiles (Valencia, 1613) y un tratado de monedas para facilitar las operaciones de cambio (Valencia, 1594)



Se hicieron infinidad de ediciones hasta finales del XIX, de la primera de 1594 no he encontrado ninguna en el CCPBE. La segunda que se titula “Lunario, nuevo, perpetuo y general….” Impreso en Madrid por Pedro Madrigal en 1598, hay dos ejemplares; uno en la Biblioteca Nacional y otro en la Valenciana. A falta de que nuestro amigo Diego Mallén nos de alguna sorpresa. La mía es una de las últimas ediciones y fue uno de mis primeros libritos de mi biblioteca. Concretamente la de 1887 en Valladolid por el Establecimiento tipográfico de la Viuda de Cuesta e Hijos. Viuda del tipógrafo vallisoletano Juan de la Cuesta, homónimo del primer impresor madrileño del Quijote.
Mi ejemplar esta desgastado por el uso, como libro popular que fue, haciéndole competencia al calendario zaragozano o viceversa, no lo sé muy bien. Pero era libro de lectura propia de estas fechas, para escrutar que nos depararía el año entrante. Repleto de conocimientos cosmográficos, astrológicos y sabiduría popular usados como arma de prevención, ante las vicisitudes que nos deparara el año entrante.




La encuadernación es nueva; lo compré ya así. Es digna, una media piel en rojo, con los cajos marcados y unos sencillos hierros en el lomo. Eso si las guardas son de un buen papel de aguas, en tonos rojos a juego con la piel. Supongo que el antiguo propietario se tomo la molestia, como siempre, por amor al libro. En este caso independientemente de su valor comercial, que es poco.
En cuanto al contenido del libro, hay que mencionar las primitivas viñetas que contiene al modo de xilografías. Es de destacar la imagen del hombre astrológico que acompañó a más de una obra de antaño. Estas ilustraciones se han conservado igual desde las primeras ediciones hasta las últimas.



El libro empieza hablando de cronología, las edades del mundo y del hombre, de los meses, días de la semana, de los vientos, de las fiestas móviles. Pronosticación en función de los planetas, influjos de la luna. Calidades y efectos de los diferentes signos astrológicos, de los eclipses y efectos que estos causan. De cuando se deben hacer baños, sangrías y purgas. Señales por vientos, lluvias, estrellas, animales, aves y pescados, que nos pueden indicar augurios venideros. Y demás variados instrumentos que se hallan en la naturaleza para poder prevenir el futuro.
En fin, curioso librillo que sirvió a las clases populares para hacer frente a los envites que el tiempo futuro depararía. Confiemos por nuestra parte en el trabajo del día a día para hacer frente al 2009, lleno de incertidumbres y vanas esperanzas. Aun así con mis mejores deseos en salud, amor y felicidad, os deseo a todos mis asiduos lectores un ¡Feliz 2009!

domingo, 21 de diciembre de 2008

“El despertar de la bibliofilia”- 2008




Tal vez es el momento, dadas las entrañables fechas en las qué nos encontramos, de relatar una pequeña historia de matiz bibliófilo. No es una historia de grandes libros, ni de piezas únicas, ni de hallazgos asombrosos. Pero si que es una historia de cariño y sentimientos tempranos hacia los libros.

Hace unas semanas, una fría mañana de domingo, que era uno de esos días de asueto que no tienes nada planeado y que piensas en ir a algún sitio recurrente, se nos ocurrió ir al rastro. Siempre con la vana esperanza de encontrar alguna vieja reliquia, algún grabado perdido e incluso algún ejemplar olvidado de una primera edición de algún literato de la generación del 27.
Como siempre según realizas el serpenteante recorrido entre montones de herramientas extrañas, montañas de agendas de años pasados, tripas de ordenador, grifos oxidados, mandos a distancia, libros absurdos y revistas licenciosas, te preguntas ¿Qué hago yo aquí? Una vez más caes en las redes de la añoranza de rastros pasados, de relatos de la plaza de Cascorro, de los hallazgos que nunca asoman. Y para más inri, me hago acompañar a tan ímprobo lugar de mi mujer y mi hija, firmes sufridoras de mis pasiones bibliofílicas. De manera que cuando voy finalizando el recorrido, pienso si no hubiese sido mejor estar tomando un vermut en la playa mientras nuestra hija corretea por la orilla sorteando las olas.
Pero cuando faltaba poco para terminar la “visita turística” mi hija, que es un cielo y tiene diez añitos (qué no alabaría yo de ella) descubre en medio de uno de los pasillos que dibujan los puestos sobre el asfalto, un libro. Un libro roto, falto de algunas hojas iniciales y del plano delantero de la encuadernación. Del lomo solo le quedan algunos jirones y era de origen francés. Eso si es un libro viejo; del XIX. Cuando mi hija me lo muestra con cierta ilusión de su hallazgo, no le doy importancia y le explico que aquello no tenía ningún valor, que estaba roto y falto, que no podíamos saber de que obra se trataba y que estaba escrito en francés, y que ni siquiera podríamos leerlo. Ella aceptando resignada mi valoración me pregunta ¿Y donde lo dejo? Como si hubiera que darle un final digno. Yo le indiqué que lo dejara al pie de una farola, por si alguien se lo quería llevar. Así lo hizo. Pero al volver a nuestro lado confeso. Papa, me da mucha pena dejarlo ahí solo, podríamos cogerlo, arreglarlo, y mi amiga Paula que sabe francés podría leerlo.

Era la primera semilla del amor por los libros viejos. Mi mujer me dijo por lo bajo, no lo desaproveches, di que sí. Le dije que lo recogiera y su carita se iluminó. Le comenté que lo encuadernaremos e investigaremos de qué obra se trata, para catalogarlo. Se me puso la piel de gallina.
Hay que tener en cuenta que al nacer rodeada de libros antiguos, los mira casi como quien mira una silla. A pesar de todo lo que yo le he ido explicando acerca de ellos, para ella son cosas de mayores. Pero de manera espontánea le nació el amor por el libro como tal, el respeto por sus años y la curiosidad por su contenido. Y sobre todo porque lo había encontrado ella y podía ser una buena obra.

Esa misma semana pase por la librería de mi amigo Tono y descubrí un grueso volumen, no muy grande un 8º mayor pero de 2759 Págs. Un diccionario enciclopédico Sopena de 1936. Estaba lleno de palabras, ilustraciones y mapas. Y sobre todo era llamativo por fuera y por dentro, y era viejo. Le dije a Tono que me lo llevaba; se quedó un poco sorprendido. No era el tipo de libro que suelo comprar. Le conté la historia que os acabo de narrar y le llegó tan hondo que me lo regalo. Mejor dicho se lo regaló a mi hija, yo sólo se lo hice llegar.
Cuando mi hija recibió el obsequio del amable librero le encantó y se puso a hojearlo con avidez. Su primer libro completo para su colección de libros antiguos.
No pude evitar, pensar en Vicente y Pedro Salvá, y las emociones que compartirían. Yo desde mi modesta biblioteca, me sentí en la distancia y en el tiempo, por un momento unido a ellos.
Ya sé que es difícil conseguir, sobre todo en los tiempos actuales, que incremente su pasión por los libros antiguos. Pero al menos aquel domingo en el Rastro de Valencia, no lo olvidaré.

¡¡ Feliz Navidad a los bibliófilos y bibliófilas, de buena voluntad!!

domingo, 14 de diciembre de 2008

“Decada primera de la Historia de la Insigne, y Coronada Ciudad y Reyno de Valencia”- primera parte – 1610

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Si tuviera que salvar de un cataclismo algún libro de mi biblioteca y solo pudiera coger aquellos que mis brazos abarcaran y aguantaran, sin dudarlo estaría junto a mi pecho la obra de Gaspar Escolano “Década primera de la Historia de la Insigne, y Coronada Ciudad y Reino de Valencia” 2 V. 1610-1611. Valencia, por Pedro Patricio Mey. No solo es una de las obras más importantes para la Historia de Valencia, sino que supone mi primera compra realmente importante en el mundo de los libros antiguos. Y no solo eso, con la compra de este libro gané un amigo librero. Una entrañable relación que se ha perpetuado durante el tiempo.

Lo compré en aquel momento sin saber hasta que punto era un buen ejemplar, pero la mirada de Tono, de la librería el Cárabo, no engaña. Confié en él, en su criterio y en su valoración de la obra. Acerté de pleno. Conforme pasó el tiempo aprendí a valorar esta obra. Y es que, en bibliofilia, los libros no solo enseñan por lo que puedes leer en ellos, sino por todo aquello que les rodea. Cada obra te lleva a la necesidad de ubicarla en la Historia, a querer conocer la relevancia que tuvo en su época y la que tiene actualmente.



Su autor Gaspar Juan Escolano eclesiástico e historiador valenciano, nació en 1560. Fue uno de los fundadores de la Academia de los nocturnos, conocido con el nombre de “luz”.
La Academia de los nocturnos nació el 4 de Octubre de 1591, cuando don Bernardo Catalán de Valeriola, joven y rico caballero valenciano, reunió en su casa a los más notables literatos y científicos que residieran o hubieran nacido en Valencia, para debatir trabajos e investigaciones. Los miembros de esta asociación adoptaron nombres referentes a la noche como: Gaspar de Aguilar “Sombra”, Tárrega “Miedo”, Guillen de Castro “Secreto”, Gaspar Gracián, “Peligro”, Cerdán de Tallada, “Trueno”, Juan de Fenollet, “Estudio”, etc. Las sesiones se celebraban semanalmente, en general los miércoles. Las actas de las 88 sesiones celebradas aun se conservan y la última fue el 13 de Abril de 1594 al ser nombrado su presidente y fundador corregidor de la ciudad de León.

Escolano participó en diversos certámenes poéticos con poemas en castellano. Publicó dos tratados teológicos y la compilación de los decretos sinodales de Valencia desde 1548. En 1604 la corte le nombró Cronista del reino de Valencia. Formó parte, en calidad de secretario de la junta teólogos y presidida por el Marques de Caracena, fue consultada en 1609 por Felipe III para conocer su opinión sobre la proyectada expulsión de los moriscos. Los efectos de esta medida fue reflejada en la obra que aquí estudiamos.
En 1597 Escolano fue nombrado rector de la valenciana parroquia de San Esteban, en 1602 predicador de la ciudad de Valencia y, en 1604, cronista del reino. Las «Décadas» fue fruto del deseo de Escolano de escribir una historia general de Valencia y su reino.
Las “Décadas” ofrecen, además, abundante información sobre la economía del reino de Valencia, sus instituciones, su geografía y sobre los linajes valencianos, por lo que constituyen una obra fundamental para el estudio de la historia y la sociedad valenciana del siglo XVI.
Gaspar Joan Escolano pretendía redactar una segunda y tercera «Década» en las que continuaría la historia de los reyes de Aragón pero nunca vieron la luz. A finales del siglo XIX, Juan Bautista Perales realizó en tres tomos una segunda edición, ampliada, de la obra de Escolano.
La descripción física de este primer volumen es: formato cuarto mayor (27 cm.), encuadernado en pergamino romana con cierres de pergamino (añadidos posteriormente en la restauración de la encuadernación), rotulado el lomo de época. 15h+1en bl.+1138 col+45h. (Se repiten las columnas 895 y 896).
1h. Portada con orla arquitectónica en donde aparecen diferentes personajes que han sido protagonistas de la historia de Valencia. En el recuadro central, el titulo “Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad de Valencia. Por el licenciado Gaspar Escolano, retor de la parrochia de S.Esteban, Coronista del Rey nuestro señor en el dicho Reino y Predicador de la Ciudad y Consejo. Primera parte dirigida a los tres estamentos, Eclesiástico, militar y Real y por ello a los diputados. Contiene esta década curiosas generalidades de España, y la historia de Valencia hasta el Rey Don Pedro hijo del Rey Don Iayme el Conquistador. Con una descripción del reyno, historiada de varios sucesos, y relación de los linajes y personas eminentes que en el han florecido, y las guerras de las comunidades que llamaron Germania, Sierra de Espadan y Expulsión de los Moriscos.”
Luego debajo de la orla “En Valencia, por Pedro Patricio M(ey) junto a Sant Martín. 1610. Acosta de la Diputación.
2h. Aprobación del Marques de Caracena
3h. Aprobación del Vicario General
4h. Dedicatoria de Gaspar Escolano a los tres estamentos.
5h. Tabla de los capítulos contenidos en los cinco libros de la primera parte de la década primera.
8h.recto, fin de la tabla
8h verso, Tabla de los capítulos contenidos en los cinco libros de la segunda parte de la década primera.
15h.r. Fin de la tabla
15h.v. Erratas.
1 hoja en blanco.
Col1-2 .prefacio.
Col 3-4 empieza el capítulo primero del libro primero.



La conservación es bastante buena. La portada un poco floja con restauraciones antiguas, que afectan un poco a la parte inferior derecha, así como refuerzos en el verso. El resto del volumen tiene algunas hojas un poco amarronadas. Pero está correcto de márgenes y completo. Eso si, es uno de los libros que tengo que tiene el mejor y mas intenso olor a libro viejo, agradable, amaderado, incienso, siglos.



Dentro de las curiosidades de este libro no puedo dejar de citar textualmente, este fragmento de hace cuatrocientos años, sobre la tan manida cuestión de la identidad de la lengua valenciana. Es una parte del capítulo XIIII “De la lengua lemosina, y Valenciana”. Col.93 dice:”Esta lengua se començo a hablar en la Ciudad y Reyno de Valencia: y con el curso del tiempo, se fue adegazando de fuerte, que arrimando algunos vocablos groseros que hoy en dia de quedan en la Catalana, poniendo en su lugar, de la Latina los que bastaban; acepillando los que tenian mal sonido y escabrosidad en la pronunciación; y generalmente escogiendo una dulce forma de pronunciar, sin el horror y desabrimiento con que usas de esta lengua en las Provincias que la conocen por natural, ha venido a tener nombre de por si, y llamarse lengua Valenciana, a merecer asiento entre las mas dulces, y graciosas del mundo.”
“Es como Mayorazgo y proprio don de los Valencianos, el hablar las de todas las naciones, con grande propiedad y delicadeza, parecido nacido en ellas. En limar y perfeccionar la propia, se han dado tan buena maña, que con ser la mesma que la Catalana, se ha quedado esta montaraz y malsonante, y la Valenciana ha pasado a Cortesana y gentil”.
Por supuesto no pretendo, con estos párrafos, insultar la hermana Lengua Catalana sino solo un pequeño e histórico recordatorio de nuestra propia identidad lingüística.



Además de tratar de los hechos históricos que dan origen a nuestro antiguo reino, podemos ver de primera mano otras características de la Valencia del XVII. Hace una mención especial a la seda, que tanta importancia tuvo para la economía valenciana y otras observaciones a cerca de la flora y de la fauna. Nos da una relación detallada de la geografía incluidas las pequeñas islas de nuestro litoral.
Es muy importante la relación que hace de todas las lápidas e inscripciones latinas que habían en la ciudad. Algunas de las cuales aun se conservan en su emplazamiento original. Igualmente son interesantes los comentarios sobre todas las iglesias y parroquias de la ciudad.
Realmente cada rincón del libro es único y curioso, por lo que si os apetece hojearlo podéis hacerlo en la web de la Biblioteca Valenciana. Eso si, ahí no lo podréis oler.

lunes, 8 de diciembre de 2008

“Diccionario castellano con las voces de Ciencias y Artes y sus correspondencias en las tres lenguas francesa, latina e italiana 1786 - 1787- 1788”







Al igual que para cualquier escritor o amante de las letras es necesario un ejemplar del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, era para mí necesario tener un Diccionario de las Ciencias y Artes del P. Esteban Terreros, por todo lo que representa en la Ilustración española. Es un diccionario singular, nacido a la sombra del Diccionario de Autoridades, 1726-1739. VI tomos. Primer diccionario editado por la Real Academia de la Lengua nacida de 1713.

Pero una diferencia sustancial lo hace complementario del de la RAE, es el primer repertorio lexicográfico que incorpora de manera extensa las voces de terminología científica y técnica. No fue una tarea fácil. Le llevo veinte años su elaboración, utilizando un método pionero para la época; el trabajo de campo. El P. Esteban no se limitó a consultar otras obras y diccionarios, sino que con tintero de faltriquera y unos pliegos en su bolsillo, indagó en talleres y gremios sobre instrumentos y acciones propias de cada oficio, y que cuyas definiciones no formaban parte del léxico común.



Dolores Azorín y Mª Isabel Santamaría de la Universidad de Alicante, establecen las siguientes categorías temáticas de este diccionario:
Ciencias médicas, Milicia, Ciencias jurídicas, Marina, Bellas Artes y construcción, Agricultura y Ganadería, Blasón, Actividades lúdico deportivas, Manufacturas textiles, Ciencias Ocultas, Ciencias Humanas, Especialidades científico técnicas, Religión, Comercio, Oficios y Varios.

Este diccionario nace como respuesta a la necesidad de poner en orden la avalancha de tecnicismos que van surgiendo dentro de esta nueva sociedad ilustrada y darle la difusión que se merecen. Provocando de esta manera que la sociedad participe y se integre dentro de esta nueva época. Puro espíritu ilustrado



No cabe duda que la idea de gestar este diccionario, viene influenciada por su labor de traducir la obra de Pluche, “El Espectáculo de la Naturaleza”

Resulta muy interesante el prólogo de esta obra, que tras la portada y las dos hojas de dedicatoria al conde de Floridablanca, ocupan XXXIV páginas. En él valora en principio, el estado del “Idioma Castellano” en donde recuerda el valor fundamental de la Real Academia de la Lengua y su Diccionario. Seguidamente da una cumplida explicación de las dificultades que ha tenido para reunir las voces de la gran diversidad de Oficios y Artes con los que contaba su sociedad. Luego da una relación de las obras de Ortografía que ha consultado para llevar a cabo la redacción de los términos que componen este diccionario. Cito textualmente: “Para proceder en esto detenidamente, y con todo conocimiento he leído las ortografías dadas por Antonio Lebrija aunque de impresión moderna: la célebre y eruditísima de Alejo Vanegas impresa en Toledo el año de 1531; la perla de las dos lenguas de D. Juan de Lama; la de Antonio de Bordazár y Artazu impresa en Valencia en 1730; la ortografía de Don Salvador Mañer dada el año de 1742; las dos de la Real Academia de la lengua Castellana impresas en Madrid, una año de 1754 y otra el de 1763.”

Estructuralmente el texto esta dispuesto en doble columna, encabezando cada columna, en mayúsculas y centradas, las tres primeras letras de la palabra inicial de cada columna. Dependiendo de la palabra, indica su traducción al francés, latín e italiano. Dependiendo de la palabra, hace una relación de diferentes expresiones y frase hechas que originan. Así por ejemplo en la definición del verbo “Dejar” incluye veintiuna frases hechas y sus definiciones como “Dejar con la miel en los labios” “Dejar en el tintero” “dejar para otro día” “dejarse ver” etc. Y la del verbo Echar, ciento ochenta y cuatro frases.

Como palabras curiosas que aparecen en este diccionario he cogido cinco al azar.
ANDROIDES- figura de hombre, que por medio de muelles anda, y habla.
BIBLIOMANIA, afán, ansia de tener libros.Fr. Bibliomaníe. Lat é It. Bibliomanía. La Bibliomanía es la enfermedad de este siglo: no obstante juzgo, que hai otras mas peligrosas, pues prevalecen entre ellas la avaricia, y la pereza, que son el remedio de la Bibliomanía; pudiendose decir que es peor la cura, que la enfermedad.
CATAPÓCIA. Píldora.
ENANAGO, animal de la figura de culebra, y que anda del mismo modo que ella; pero que no muerde ni tiene veneno alguno…..
ENGOLONDRINARSE, enamorarse.



Además de estos tres volúmenes complementarían la obra un cuarto volumen editado en 1793 que lleva por título “Los tres alfabetos francés, latino e italiano con las voces de ciencias y artes que les corresponden en la lengua castellana: Tomo Quarto y último del diccionario / del P. Estevan de Terreros y Pando, Madrid: En la Imprenta de Don Benito Cano, 1793, que no lo tengo por ahora.

Los tres volúmenes contienen una dedicatoria impresa en el centro de la primera guarda que dice lo siguiente: A D.Manuel Calvario Ponce de León, Ventiquatro Preeminente, y Alcalde mayor de honor de / Xerez de la Frontera. Resulta curioso, ya que los adquirí en Argentina, por lo qué ya han cruzado un par de veces el Atlántico. Podemos decir que hay libros de viajes y libros viajeros.



Estos tres volúmenes están impresos en Madrid por la Viuda de Ibarra y son formato folio. Están bastante bien conservados y encuadernados en pasta española con lomo con doble tejuelo rojo, hierros y seis nervios.