domingo, 29 de junio de 2008

“Resumpta Historial de España desde el Diluvio hasta el Año de 1642”-1643




El autor de esta pequeña cronología histórica es Francisco de Cepeda o Zepeda natural de Oropesa, según reza el frontispicio del libro. Resulta curioso que una obra relativamente popular, que la encontramos con facilidad en las bibliotecas españolas con fondo antiguo, que incluso la he visto citada en algún inventario de testamentos del XVIII y que suele aparecer citada en los compendios historiográficos, sea la única obra de un autor del que no sabemos nada. Agradecería, a quien le apetezca buscar, que me hiciera llegar algún dato sobre este hombre o donde buscar su biografía.
Lo único que se por lo que indica el CCPBE es que era sacerdote y que la continuación de esta obra se hizo en 1654 por don Luis de Cepeda y Carvajal (Supongo que sería un sobrino) y se titula “Resumpta historial de España, desde el diluuio hasta el año de 1642 / compuesta por... Francisco de Cepeda... ; aora añadida por don Luis de Cepeda y Carauajal... hasta el año de 1652...” Madrid por Diego Diaz de la Carrera.
Este libro lo compré a un librero vallisoletano que solía venir por la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Valencia. Pero al coincidir las fechas con la Feria homónima de Pucela, prefirió quedarse en su tierra. El libro lo encontré en el catálogo que me mandaba por correo ordinario (nada tiene que ver el encontrar un catálogo de libros en el buzón de casa, que verlo por la pantalla del ordenador). Me lo envió y la encuadernación en pergamino estaba suelta y muy fatigada. En la siguiente feria le comente al librero que el libro me gustaba pero que era una lástima el estado de la encuadernación. Pues bien, tuvo el detallazo de llevárselo a Valladolid y antes de que terminara la feria aquí en Valencia me lo devolvió reencuadernado como veis en la foto, con mucho gusto y muy artesanal. Incluso me restauro un rasgado en una hoja. Lo encuaderno una amiga pucelana del librero. Y no me cobro nada.




El libro en formato 4º contiene un frontispicio arquitectónico muy bonito. Se aprecia el trabajo artesanal del grabador, Francisco Navarro (como indica en la parte inferior, al pie del escudo heráldico), en la falta de simetría de un frontispicio aparentemente simétrico. Es como jugar al juego de las diferencias, obsérvese por ejemplo los capiteles de las columnas. Pequeñas variaciones que le dan el encanto de los errores humanos. En la base de las columnas aparecen unos recuadros donde se indica el lugar “Con privilegio en Madrid” y el impresor y el año “Por Pedro Taço 1643”.
En el verso del frontispicio aparece el ex-libris manuscrito de uno de sus propietarios. “Soy de Manuel Saenz de Tejada natural de Torrecilla Cameros Probincia de Logroño Castilla la bieja. Siendo dependiente en casa de don Bernardo Cepero en Brihuega a 7 de Abril de 1842. (Firma) Manuel Saenz de Tejada”. Este riojano que trabajaba en la Alcarria, debía estarle muy agradecido a su jefe; tanto, como para recordarlo en un libro de su propiedad. Posiblemente como era costumbre en la época, el trato comerciante dependiente era muy fraternal, seguramente empezaría de niño como aprendiz en su comercio.
Cuando tengo un libro entre mis manos y observo anotaciones y ex-libris, me gusta imaginar como sería la vida del anterior propietario.
Luego le siguen tres hojas con las aprobaciones, la suma del privilegio, la tasa, fe de erratas, un soneto y la dedicatoria a Francisco Bandrés de Abarca Tesorero General de la Santa Cruzada. Luego la obra la componen 160 folios, que incluyen al final de la obra, la genealogía de los reyes y las tablas.
El libro es muy curioso y digno de leer, narrándonos diferentes hechos acaecidos en España. Desde el Diluvio hasta la entrada de los Cartagineses en España lo que nos cuenta es pura fantasía y leyenda, desde Tubal a la entrada de Nabuconodosor en nuestro país. Pero luego ya se va centrando poco a poco. Al margen de las hojas va indicando los años para localizar con facilidad los diferentes sucesos. Uno de los datos más curiosos del libro, es que hace una de las más remotas noticias sobre tauromaquia y dice así: “En el año 1100 se halla en memorias antiguas, que se corrieron en fiestas públicas toros, expetaculo solo de España, y que mirado a buena luz tiene mucho de fiereza.”




El libro en si es característico del Siglo de Oro, es decir mala edición. Papel de mala calidad amarronado, tipos desgastados y mal entintados. En la historia del libro solo el final del siglo XIX supera al XVII en mala calidad de papel. Podemos encontrar libros mejor conservados en el periodo incunable o la primera mitad del XVI que en este del que hablamos. Igualmente en el siglo XVIII resurgen las buenas calidades en el mundo del libro.

jueves, 26 de junio de 2008

“El Espectáculo de la Naturaleza-VII” 1786



Entramos en el campo de la Física. Siempre visto desde la particular óptica de Pluche. Esa forma tan típica de la época ilustrada, una visión cotidiana y práctica de la ciencia. En este caso dedicado a la luz y sus manifestaciones. El libro está dividido en doce conversaciones. I-Plan de estudio del cielo; II-La Noche; III-La Luna; IV-El Crepúsculo, y el Azul celeste; V- La Aurora; VI-El Nacimiento del Sol; VII-La Propagación de la Luz; VIII-Los Caminos de la Luz, y las maravillas de la Visión; IX-Los Colores; X-La Sombra; XI-El lugar, y servicios del Fuego; XII-La Theórica del Fuego.
En el primer capítulo (voy a llamarlo así porque que el estilo de conversación se ha perdido, y se ha convertido en un monólogo, aunque el autor se empecine en llamarlos conversaciones) explica el desarrollo de la cuarta parte de la obra que empieza en este tomo.
En el segundo nos muestra un discurso más poético que científico acerca de la noche. En él habla de la tranquilidad de la noche, las antorchas que la iluminan, la visión de las estrellas, etc.
Con el tercero se muestra más didáctico, ya que nos enseña como se desarrollan las fases de la luna y los eclipses, debido al movimiento de la luna alrededor de la tierra. Acompaña un grabado para la mejor comprensión. También nos habla del uso que se hace de ella para la elaboración de un calendario lunar en diferentes culturas.




Para la explicación del Crepúsculo, acompaña un grabado para mostrar la incidencia tangencial de los rayos del sol en la atmósfera, y como esto provoca los efectos luminosos del amanecer y el atardecer. Al igual que el papel que juega la atmósfera en todo esto.
En el capítulo dedicado a la Aurora, no se refiere a la Aurora Boreal, sino al amanecer. Nos vuelve a dar un discurso poético-bucólico-religioso de lo bonitas que son las mañanas. Que hay que leerlo en esos momentos en los que uno tiene un estado de ánimo más sensible, de lo contrario lo pasas de largo porque te resulta un poco meloso.
En cambio el discurso acerca del sol resulta entretenido e instructivo, poniéndonos en la piel del lector de la época. En él nos explica la magnitud y distancia de la tierra al sol, aunque no es muy certero. Las magnitudes que utiliza son las leguas y las toesas, de esta manera la distancia que nos da varía entre los 60 y 160 millones de kilómetros. Es decir muy lejos. De hecho pone el ejemplo de que un caballo puede andar veinticinco leguas al día y una bala de cañón cien toesas por segundo. Busca Pluche la motivación divina para explicar la posición del Sol respecto a la Tierra, ya que es la justa para no abrasarnos o no quedarnos helados
En capítulo séptimo que lo dedica a la propagación de la luz, en primer lugar hace un discurso acerca de la naturaleza de la luz, que para el es como un fluido que circunda todo y que este fluido esta compuesto por globulitos de luz. En cierto modo no estaba muy desencaminado el autor ya que soluciona tanto el comportamiento ondulatorio como el corpuscular. Incluso nos da el tamaño del “globulito” que piensa que ha de tener un diámetro seiscientas mil veces más pequeño que un “globulito” de aire. La verdad que es un capítulo muy interesante.




El octavo lo dedica a los caminos que sigue la luz y los diferentes obstáculos que encuentra, de esta manera diserta acerca de la refracción y la opacidad, para pasar más adelante a hablar de la visión y sus características.
Los colores los interpreta como fruto de nuestro sentido de la vista y nuestro cerebro, que al fin y al cabo son los que interpretan esas longitudes de onda. Entiende bien que si un objeto es rojo, lo es porque absorbe todos los colores y refleja el rojo.
El capítulo de la Sombra es curioso porque explica su utilidad en la época. Como por ejemplo, su uso para averiguar la altura de una torre, usando la trigonometría, o su uso en la Gnómica o relojes de sol y la invención de la cámara oscura, precursora de la fotografía.
Los dos últimos los dedica al fuego, que para Pluche es un fluido súper elástico que nos rodea y que busca el momento de activarse. En los dos capítulos trata de todos aquellos efectos llamativos del fuego, como pasa con la pólvora, etc. Y trata de la curiosa maquina, embrión tanto de las máquinas de vapor como de los motores a reacción, la Eolipila.
Este tomo esta impreso en Madrid en la Imprenta de Pedro Marín en 1786. Contiene Portada, Tabla, h. en blanco, Expl. del Frontispicio, Frontispicio, 316 pags y dos hojas de índice. Además contiene cuatro grabados desplegables y una cinta de seda rosa, de punto de lectura. Que resulta evocador que la parte de la cinta que se encuentra resguardada entre las hojas tiene el brillo de la seda y conserva su rosa pálido, con la intensidad de una rosa fresca. En cambio el trozo de cinta que asoma por ambos lados, es gris, mate y marchito. El libro me dice; entre mis páginas no pasa el tiempo.

domingo, 22 de junio de 2008

“Anales de la Corona de Aragón. Tomo I”- 1669



Hay momentos en la vida del bibliófilo, en los que se toma una decisión a sabiendas de que no es la opción correcta pero digamos, que es la qué toca en ese momento.
Dicho esto, que tomará sentido más adelante, sepamos algo de esta obra. Los Anales de la Corona de Aragón es una monumental obra de seis volúmenes. Monumental más por el contenido que por el continente en este caso. La parte principal de la obra está formada por veinte libros, divididos en dos partes y cinco por tomo. Así el segundo tomo rezaría, “Anales…..los cinco libros postreros de la primera parte…” y sucesivos. Formando cuatro tomos. El quinto lo dedica al Rey Fernando el Católico y se titula: “Historia del Rey don Hernando el Catholico: de las empresas y ligas de Italia” y el sexto sería “Los cinco libros postreros de la historia del rey don Hernando el catholico: de las empresas y ligas de Italia”. Este formato, que encaja con la cuarta edición, no es la única que ha tenido, pues ha ido variando con las diferentes ediciones. La primera edición de 1562 en casa de Pedro Bernuz se limita a la primera parte (2 volúmenes) y la segunda parte no aparece hasta 1579 en casa de Domingo de Portonaris y Vrsino.
Esta obra contiene la historia del reino de Aragón, desde el periodo islámico hasta el reinado de Fernando el Católico. El Autor es Jerónimo Zurita, zaragozano nacido en 1512, que ocupo numerosos cargos y fue nombrado cronista oficial de Aragón en 1548 y secretario de Cámara de Felipe II en 1566. Pero “los Anales” , su principal ocupación, le llevaron treinta años de su vida, y muere prácticamente viendo publicado su último volumen en 1580.
El volumen que nos ocupa, es el primero, que comprende el periodo histórico entre la entrada de los moros en España y el año 1313, a mitad del reinado de Jaime II, es un relato histórico riguroso, dejando fuera leyendas, rumores y creencias populares. Utilizó únicamente fuentes antiguas y documentación archivística, se alejó cautelosamente de las noticias transmitidas tradicionalmente por los historiadores anteriores, el mérito de los cuales radicaba únicamente en la acumulación de crónicas medievales, fuentes literarias y datos de segunda mano. Su estilo es enredado en ocasiones, motivado por la influencia de la prosa latina; y deshilvanado en su cohesión argumental, debido a la difícil transición entre los documentos originales que reproduce y también por atenerse a un estricto orden temporal en la exposición histórica, lo que hace que se repita información. Pero en definitiva es un pilar de la Historia de España y Aragón.




No voy a dar más datos de la obra ya que se le podría dedicar un blog entero, pero si estáis interesados en conocer el contenido lo podéis encontrar en la web, http://www.dpz.es/ifc2/libros/fichas/ebook2473.asp
Cambiando de tercio. Respecto a comprar volúmenes sueltos de una obra, os puedo decir que no soy partidario en general, pero hay situaciones de peso que hacen aconsejable lo contrario. Primera y principal el coste económico de una obra completa, y la de sus tomos sueltos. Creo que es interesante poder disfrutar de un “trozo” de obra, si no la puedes comprar completa. Sobre todo en obras, en las que cada tomo te ofrece información, que no es complementaria. Por ende, y esta es la segunda, es preferible un tomo de una obra histórica o científica que no de una obra literaria. Así que me decidí a comprar este tomo suelto.
Transcurrido un tiempo, y ahora viene el porqué de la reflexión inicial, tuve la ocasión de poder adquirir la obra casi completa. Era un librero norteamericano que la tenía en buen estado. Le faltaba el tercer tomo, y yo ya tenía el primero; eso y el precio en ese momento, hicieron que no lo comprara. Me arrepentí, pero hubiera sido un esfuerzo el pagarlo. Pero aun recuerdo las fotos de aquellos tomos en tan buena conservación, y el supra-libris con las armas de Aragón. Y lo que más me hace recordarlo es, los pocos tomos sueltos que salen a la venta de esta obra. En fin me remito a la frase del principio.
Su ficha es. “Anales de la Corona de Aragón” por Jerónimo Zurita. Zaragoza por Diego Dormer 1669. Folio. Portada a dos tintas con escudo xilográfico. 10 h. de Tabla y preliminares + 454 f. En cuanto a la encuadernación, cuando compre el libro la tenía de pergamino en mal estado y desprendido. Por lo que fui a un encuadernador valenciano, de la calle de la Nave, que me dio otra sabia lección. “No vayas a un encuadernador simplemente bueno, ha de tener sensibilidad y buen gusto”. Que chapuza. La encuadernación es correcta, el libro tiene sus tapas en pergamino, y esta fuertemente cogido al lomo y todo esta en su sitio. Pero, lo remata (entendiendo por rematar la acción de finalizar la muerte de alguien) el titulo en el lomo, mal impreso con alguna imprentilla. Y unos cierres con unas tirillas de gamuza, que en algún trozo no superan el milímetro y medio de espesor. Vamos, para cerrarlo y no volverlo a abrir jamás. ¿En que pensó el que lo hizo?




Al final lo que suele pasar, yo tengo un mal trabajo, ellos pierden un buen cliente.

domingo, 15 de junio de 2008

“El Espectáculo de la Naturaleza VI” -1786



En este sexta entrega del “Espectáculo de la Naturaleza”, el autor va a hacer un recorrido por la materia inerte, Así como en anteriores entregas hemos podido conocer particularidades de animales y plantas, de la tierra y el mar. En este vamos a entrar en las ciencias físicas y geológicas. El libro contiene cuatro conversaciones y una carta. Las conversaciones tratan del “Ayre”, “Las materias subterraneas”, “Las Canteras, y Minas” y “Las Minas, y Metales”.
Para Pluche el aire es un elemento del que aun queda mucho por descubrir, porque esta ahí, pero es invisible aun para los mas potentes microscopios de la época, que no era mucho. Si que observa sus propiedades. Como el peso, a través de primitivos barómetros. También observa la “elasticidad”, ya que se puede comprimir y descomprimir. Y considera que está compuesto por globulitos, sin quererlo se está adelantando al concepto de molécula. Seguidamente describe aquellos fenómenos que ocurren en la atmósfera, y que por lo tanto acompañan al aire. Y que son nubes, lluvias, nieves, rayos y relámpagos, vientos, torbellinos y huracanes. Como curiosidad os citaré textualmente el porqué de los rayos. “ De las partículas de Fuego, que estaban en el centro de los globulitos que componen el Ayre, y de los corpúsculos oleosos, sulphureos, crasos y combustibles, que la evaporación havia elevado en los glóbulos mismos, se forma una, que parece lista, o vara de materia, inflamada, mas, o menos larga, y visible, a proporción de su fuerza, y extensión.” Nos comenta la utilidad del aire para la respiración de los animales y las plantas, obvio pero cierto. Igualmente la necesidad del aire para la formación de las palabras y la transmisión del sonido y los olores.
Empieza la conversación de las “Materias subterráneas”, haciendo una reflexión, del porqué se hallan estos materiales bajo tierra. Como buen religioso, el motivo es la mecánica divina, para explicar esto acude a los clásicos y citando a Ovidio y Horacio. Este último dice a los romanos, que si echaran al mar el oro y las pedrerías que extraen de las profundidades de la tierra, quedarían libres de la causa principal de sus delitos. Así, la Providencia colocó estos materiales profundos en la tierra para que el hombre los usara con moderación.
Según Pluche las materias subterráneas están divididas en cinco clases: “Aceytes, Sales, Tierras, Piedras y Metales”. A continuación habla del Azufre, de la Nafta, el Betún Judaico, el Asphalto, y mete en el mismo saco el Ámbar, el Ámbar gris y el Almizcle. Comenta otros minerales como la Sal Gema, el Salitre, el Vitriolo o Caparrosa, Bórax, Arsénico, Sal Amoníaco, Tártaro. Entra luego a explicar, como aprovechan todas estas sales y tierras para la fabricación del vidrio. Las tierras y sus aplicaciones forman un capítulo importante dentro de esta conversación. La Arena, Margas, Cieno, tienen sus propiedades de cara a la agricultura y la cantería. Greda y arcillas para la alfarería.



En la tercera conversación hace un repaso de las piedras preciosas. Como curiosidad en la explicación del diamante, cita los tres mayores diamantes conocidos, el “Emperador del Mongol” 289 quilates, “Gran Duque de Toscana” 139, y “Rey de Francia” 106. El Mármol, el alabastro y otras piedras de canteras son descritas como piedras para escultura y construcción. La parte más llamativa es la dedicada a las petrificaciones, es decir a los fósiles. Donde sí que acierta con el proceso de petrificación, pero evidentemente falla con la cronología, ya que todas estas conchas, peces, y hojas estampadas sobre la piedra tienen su origen en el Diluvio Universal.




La cuarta conversación trata sobre los metales. Es muy interesante porque nos da una visión en conjunto, tanto del proceso de extracción y refinamiento, como del uso que luego se hará de ellos. Empieza con el oro, al qué dedica prácticamente la mitad del capítulo. Nos explica como se extrae, como se refina, como se trabaja para ligarlo con plata, hacer finas láminas impalpables, el pan de oro, que se utiliza para dorar tallas y esculturas, tanto yeso como en madera. Cuando habla de la plata, cita las magníficas minas de Potosí y nos da una descripción de ellas. Los otros metales, cobre, sus aleaciones latón y bronce, plomo, estaño, antimonio, bismuto, hierro y sus derivados, acero y la hoja de lata. Con sus aplicaciones y características cierran este capítulo dedicado a los metales.
El final lo dedica, en una carta que dirige el personaje del Prior al caballero a hacer una disertación, que leída a día de hoy sería un discurso ecologista, sobre como usar y disfrutar la naturaleza y los bienes que nos otorga, de manera racional. Hace una reflexión importante acerca de la importancia del conocimiento de la naturaleza que os escribo textualmente: “Si un Indio inculto comprase un Relox, y después de haber observado bien sus movimientos, pudiese llegar a entender la composición, y resortes de sus ruedas, con la correspondencia de sus piezas; este Indio salvaje, sin conocer aun, ni la división de los tiempos, y la horas, ni el uso del Relox, seria realmente mas ignorante acerca de esta machina, que un Europeo, que se sirve de ella todos los días aunque no haya examinado su estructura”.



El libro esta bien conservado, ya que no tiene ningún deterioro digno de mención. Está impreso en la Imprenta Real en 1786. Después de la portada le sigue una tabla de contenido, 332 p. +6 h de “índice de las cosas notables que contiene este Tomo Sexto”. Contiene 5 grabados intercalados, uno de ellos fuera de su lugar correspondiente.

domingo, 8 de junio de 2008

Una hoja de un Libro de Horas- circa.1450



En una ocasión compre un libro en Filadelfia (USA) en una librería anticuaria, a través de su catálogo en Internet. Se trataba del libro “Corona Gothica Castellana y Austriaca” de Saavedra Fajardo, impreso en Amberes en 1658. Recuerdo que fue una de mis primeras compras de libros antiguos a través de la red. De la librería tenía buenas referencias. En la foto del libro que mostraba el catálogo, aparecía una hoja del libro, con un hermoso grabado de un rey godo. Leí la descripción y en ella no decía nada de los grabados. Pero la foto era la foto. Como estaba bien de precio no me demoré por temor a perderlo y lo solicité. Y mi pequeña duda se hizo una gran realidad, no llevaba grabados. “Mea culpa” por no cerciorarme bien con las oportunas averiguaciones. Me confundí para más inri en la descripción que hace el CCPBE, ya que hay dos ediciones del mismo año, en el mismo lugar, del mismo impresor, pero con diferente formato, uno con grabados y otro no. De todo esto saqué una máxima: elige con el corazón y compra con la razón. Evidentemente algo de culpa tuvo el librero, ya que erró la foto (tenia las dos ediciones). Se lo comente en un correo y el librero se sintió fatal y me sugirió reembolsarme algún descuento del precio del libro. Pero yo le dije que al final de todo el libro me gustaba, estaba completo y bien conservado. Por lo qué gentilmente le dije que me conformaba con algún detalle que tuviera a bien, tener conmigo. Una semana más tarde me llegó una carta de este librero, con el detalle. Se trataba de una hoja manuscrita de un Libro de Horas francés, de pequeño formato 12x9 cm. Nunca me han gustado los “trozos” de libros, me parecen brutales desmembramientos, tanto grabados, mapas, hojas etc. Pero bueno, tampoco sabe uno, que proceso llevó ese libro para perder sus hojas. Desestimando el peor que podamos imaginar, podemos pensar que una mala encuadernación u otros motivos lo llevo a deshacerse. En definitiva “a caballo regalado….”
En fin, ya que la tenía me dediqué a disfrutarla. Acostumbrado a disfrutar de un libro completo, parece que una hoja se te queda corta, y si está escrita en latín, aun más. Esta hoja reúne una serie de plegarias y rezos, aunque en este caso el contenido, no es lo más importante. Pero cuando se trata de una hoja de, posiblemente, los años anteriores a la imprenta, o al menos de aquella época en que convivieron manuscritos e incunables la observas con detenimiento y te vienen a la cabeza infinidad de matices. Observas el soporte, es decir el pergamino. Muy bien trabajado, es decir raspado y alisado de tal manera que resulta difícil saber, cual es la parte del pelo y cual la de la carne. Tiene las marcas propias del tiempo y el uso, como el oscurecimiento un poco grasiento de la esquina inferior exterior, que indica por donde se tocaba la hoja para pasar página. Observas el delicado pautado que queda marcado en la piel con unas leves líneas, que actualmente un “rotring” del 0,05 difícilmente igualaría. Luego observas las letras y descubres la infinita habilidad del amanuense. Cada letra es perfecta, todas son del mismo tamaño, de la misma intensidad.


Es imposible distinguir cuando el escribano recargaba la pluma con un zambullido de tinta. Arte sublime. Posiblemente superaba los primeros ejemplares incunables, exceptuando a la Biblia de 42 líneas de Johannes Gutenberg, que nació perfecta. Luego me fascina el efecto contrario al que se observa en la imprenta. En la imprenta podemos apreciar visualmente y al tacto la impronta que dejan los tipos al presionar sobre el papel. Aquí, en el manuscrito, y sobre todo en las letras capitales que están escritas con tinta azul y roja se aprecia el volumen, el relieve de la tinta seca.




Si las miramos con una lupa, incluso se ven los gránulos del pigmento mal molido, aglutinados sobre el pergamino. Para mi estos pequeños detalles hace que prefiera un pequeño trozo de original al facsímil completo del Libro de Horas de Isabel la Católica. Es una opinión personal que no implica un menosprecio a los facsímiles de las grandes obras medievales, que sin ellos no llegarían a divulgarse entre el público, aun a pesar de su elevado precio.

En definitiva un gozo para los sentidos. Aunque me quedé con la última frase del manuscrito, poniéndome en el lugar de la persona que lo leía, allá por el siglo XV, sientes cierto escalofrío. “ab hoste maligno defende me”.

martes, 3 de junio de 2008

“Libro de experiencias de medicina”-1544


Libro de experiencias de medicina y muy aprovado por sus effectos: ansi en esta nuestra España como fuera della. Este es el título completo de esta obra impresa por el insigne impresor Juan de Ayala, en Toledo en 1544. Cuyo autor es, como indica la portada, Luys dávila de Lobera o como es más conocido Luis Lobera de Ávila.
Este libro es uno de los mejores de mi biblioteca y es especial por varios motivos. Por la antigüedad y estar escrito en castellano y no en latín, por la tipografía que emplea, lo convierte en un gótico. Por la temática, no había muchos libros de medicina en el siglo XVI, una treintena de títulos en todo el siglo en castellano. Por los pocos ejemplares que se conservan; según el CCPBE, cinco ejemplares y según dice D. Pedro Salvá en su catálogo, es muy difícil reunir las obras de Lobera de Ávila, incluso Nicolás Antonio no conoció este libro, ya que no lo nombra en su obra “Bibliotheca Nova”. Y por el autor, Luis Lobera de Ávila, medico del emperador Carlos V.
De Lobera de Ávila, no tenemos datos biográficos pues desconocemos tanto su fecha de nacimiento, como la de su muerte. Los datos que conocemos de él, vienen a través de sus obras. Sabemos que cursó estudios en Francia y ejerció de médico en Ariza. Posteriormente y creen que hasta su muerte, ejerció de médico de Carlos V. Le acompañó, tanto en sus viajes por Europa como en la expedición que hizo el rey a Túnez. De estos viajes aprovechó, sobre todo en Túnez, para enriquecer sus conocimientos médicos y así formar una simbiosis entre la medicina galénica y la árabe.
Escribió seis obras entre 1530 y 1551. “El Vanquete de Nobles Caballeros” importante tratado dietético, reimpreso con modificaciones en su contenido, posteriormente titulado “Vergel de Sanidad” en 1542. “Libro de pestilencia” y “Remedio de cuerpos humanos” impresos en Alcalá en 1542. En 1544 se editan tanto la obra que nos ocupa como “Libro delas quatro enfermedades cortesanas”, que en muchos de los ejemplares conservados, se hallan encuadernados juntos, en un solo volumen. Y por último en 1551, “Libro de regimiento de la salud”.
En cuanto al impresor Juan de Ayala, fue uno de los impreso emblemáticos del siglo XVI, colaborador de Villaquirán, edito la “Tragicomedia de Calisto y Melibea” en 1538. Una de las carácterísticas de este impresor es que emplea en una misma edición letra gótica y humanística, así como es uno de los últimos impresores que emplean la tipografía gótica.



El libro tiene formato folio, aunque el mío está un poco corto de márgenes, contiene 34 folios numerados en romana, incluida la portada que tiene texto en el verso de la hoja; la dedicatoria del príncipe. Le sigue una dedicatoria al “reverendissimo et muy y llustre señor” que como no lo indica en el texto, no sé si se trata del rey o de un arzobispo, por lo de “reverendissimo”. Continua la obra, incluyendo tres cartas muy curiosas, que escribe en respuesta a preguntas que le hacen caballeros de la Corte. La primera es la respuesta a la siguiente pregunta. ¿Por qué los hombres en el tiempo antiguo vivían más y eran mayores de cuerpo? (Estas eran las preocupaciones de la médicas de la época hoy en día hablaríamos de niveles de colesterol). Entre las causas que nos da Lobera de Ávila está la alimentación. Aconseja no comer mucha cantidad. Y la respuesta a la segunda parte de la pregunta la pongo literalmente porque no tiene desperdicio. “Y la causa porque los hombres antiguos nos excedían ansi en tener mayores cuerpos y ser mas membrudos es: que ansi mesmo en aquel tiempo los hombres no usaban tanto el acto venereo ni se daban tanto al deleyte de la carne: porque tenian por costumbre que ninguno se casaba ni tenia conversacion carnal con muger hasta que avian su edad complida que eran de treynta años y las mugeres de edad de veynte años: y agora en nuestros tiempos usan el exercicio de la carne antes que tengan los cuerpos aparejados de perfecta edad y todo el nutrimento que se avia de distribuyr en augmentar los hombres en largo cuerpo y hacerlos grandes se va con la materia spermatica: porque el exercicio deste deleyte en nuestros tiempos no se hace con ninguna moderacion sino antes de tiempo y muy excessivamente: et despues de comer et de cenar que hace mucho daño”. Si es que van como locos. La segunda carta pregunta: ¿Por qué oyendo un sermón o una historia, unos se duermen que no los pueden despertar y otros no pueden dormir? y por último ¿Por qué se parece la criatura que nace más al padre que a la madre, o más a la madre que al padre o al abuelo o a otro pariente o persona alguna? A la última parte de la pregunta Lobera responde que, el pensar mucho en una persona, hace que la imaginación influya en el parecido a esa persona extraña. Inocente.



Los siguientes V y VI folios los dedica a tabla de contenidos. En ella observamos que la obra es un compendio de recetas farmacológicas. Cada receta es el remedio a un mal determinado, que da por experimentado y comprobado. Esto es lo que va desarrollando a partir del folio VII. Así tenemos colirios para la vista, ungüentos para las almorranas, para provocar sudor, para el escocimiento de la orina, para la hinchazón de los testículos, para echar las lombrices, para que a una mujer le venga la leche, para quitar la sarna, para el dolor de estomago, para blanquear los dientes, para las llagas de la boca, para cicatrizar y encarnar, etc. Así un total de 337 recetas.




Os cito como curiosa esta. “Para quitar dolor delas almorranas. Una lagartija biva frian la en azeyte/ y de aquel azeyte con un poco de cera/ haga se un unguento con que se unte las almorranas es probado para quitar dolor dellas.” Otra que va de las propiedades de la liebre y sus miembros. “La bexiga della si la pussiere la muger por mecha con lana en su natura empreñar se ha durmiendo luego con su marido” “Si la cabeza de la liebre la quemaren y molieren y fregaren los dientes con los polvos esfuerçalos y conservalos”. Lo que hace con el estiercol de la liebre prefiero no contarlo.
Aunque en principio al leer estas recetas, nos sorprenda que el Emperador Carlos V siguiera vivo con Luis Lobera a su lado. He podido comprobar en textos actuales, por ejemplo, que en el caso de la receta de las almorranas, la piel de la lagartija tiene efectos vasodilatadores. Por lo cual, estas recetas deben tener su fundamento.
Casi al final de la obra, a partir del verso del folio XXVIII hasta el recto del folio XXXI, cambia tipo de letra gótica por humanística y el castellano por el latín. Son recetas varias, las últimas especialmente complicadas. Siendo la última de todas la más curiosa la fórmula del “Elizir vite”. En que se emplea entre otras cosas, polvo de esmeraldas y rubíes, y oro potable.
Para quien le interese esta obra, existe una edición facsímil, que yo también tengo, del “libro de las cuatro enfermedades cortesanas” que incluye este”libro de experiencias de la medicina”. Con un estudio preliminar de Luis S. Granjel. Pertenece a la colección Biblioteca de Clásicos de la Medicina Española, editado por la Fundación de Ciencias de la Salud, en 1992.



La encuadernación es nueva, está realizada por Camacho en Madrid y es de estilo plateresco en piel marrón. La portada está facsimilada por el encuadernador sobre papel antiguo. No es lo ideal pero dada la rareza del ejemplar, es un mal menor.